No voy a una manifestación desde que ETA asesinó a Miguel Ángel Blanco. Fui a muchas cuando eran necesarias para pedir libertad, democracia, trabajo o derechos sociales. Con respecto a la de ayer en Madrid en defensa de la Constitución y contra Sánchez, aunque hubiera ido solo un español, uno solo, exigiría respeto hacia esa persona. Para algunos mercenarios del periodismo sectario y podrido, los miles de ciudadanos que se manifestaron ayer eran todos franquistas, fascistas o renegados. O sea, que un ciudadano libre, sin ideología o con ella, no se puede manifestar contra el Gobierno, o Sánchez, si no es porque es franquista. Creo que había suficientes motivos para que se celebrara la masiva manifestación. Pero aunque no los hubiera, es un derecho. ¿O es que aquí solo son derechos respetables los que defienden el presidente del Gobierno y su caterva? Ayer irían franquistas a la manifestación, claro. ¿Y qué? Se pongan como se pongan los sicarios de la opinión política, es imposible evitar que alguien simpatice con Franco o José Antonio. Es como evitar que una persona, o miles, o millones, simpaticen con Lenin o Stalin. En el Gobierno de España hay ministros y ministras de ideología comunista que han expresado públicamente su admiración por sanguinarios marxistas o simples dictadores rojos. ¿Qué tiene de malo, pues, que un señor de derechas vaya a una manifestación contra el responsable de que estén en el Gobierno? Aprobando leyes, además, como la que ha rebajado ya la condena de 243 delincuentes sexuales, algunos ya en la calle. En seis meses pueden ser dos o tres mil los beneficiados y el problema para la democracia es que un señor que añora la etapa franquista salga a la calle a pedir la dimisión de quien gobierna con comunistas y apoyado por filoetarras y golpistas. La de ayer fue una manifestación totalmente pacífica. ¿Alguien sabe si se quemaron contenedores de basura, se rompieron escaparates, se arrancaron semáforos o se agredió a los antidisturbios? Fue un triunfo de la sociedad civil, y punto. Los ciudadanos tuvieron el protagonismo, y no los políticos, y las cosas que se podían leer ayer en las redes sociales contra los manifestantes daban verdadero miedo. Algunas, si me lo permiten, un asco tremendo. Cibeles se llenó de ciudadanos, pero el Gobierno dio el dato de que solo hubo tres decenas de miles. Vamos, los que cabrían en un campo de fútbol de un pueblo grande. Qué poca vergüenza.