Cuarteles del Guadaíra

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11 sep 2021 / 10:47 h - Actualizado: 11 sep 2021 / 11:01 h.
  • Foto: El Correo
    Foto: El Correo

Cuando fue alcalde, Luis Uruñela defendió que los dos cuarteles del Guadaíra (Caballería 7 y Artillería 14) y el de Pineda, dejados por el ejército, fueran útiles a la ciudad. Proyectó un parque a ambos lados del río, hasta la Avenida de Jerez, un parque mucho más racional, cercano y sostenible que el demagógico y pretencioso de Tablada, inventado, sin intención de crearlo, sólo para arruinar a un empresario, porque en este reino de España tan especial, ni se le riñe a la especulación, pero se puede mandar a un empresario a la ruina si no es de la cuerda de, ni ayuda a quien lo combate.

Aquel proyecto sugería un uso racional, ciudadano, a los edificios que hoy, después de casi cuarenta años abandonados, han alcanzado un coste altísimo para su recuperación. Otra cosa que no preocupa a la inmensa mayoría de los partidos políticos. De la misma época es la oposición del llamado Socialista a la restauración de la Casa de las Sirenas, que al final, de restauración, se convirtió en re-construcción. Magnífico pretexto para justificar una reforma desfiguradora de dos edificios de gran valor arquitectónico, como corresponde a la «nueva arquitectura», máximo exponente de ramplonería y ausencia de estilo y de estética, pues para poner tabiques de escayola y encubrir fachadas con enlucido de color, no hacen falta seis años de carrera.

Tras cuarenta años con la mayor parte de los elementos decorativos «perdidos» y tal vez hallados nadie sabe dónde, al final el Ministerio de Defensa decidió hacer caja. Si al menos «alguien» se hubiera preocupado de crear industria productiva —que podría ser cultural—, en sus solares para paliar con levedad el abandono que sufre Sevilla, si «alguien» se hubiera preocupado de posibilitar la construcción de viviendas dignas, ajustadas al poder adquisitivo de las familias, la ciudad no habría perdido población. No hay quien nos defienda de la depredación urbanística ni de los mordiscos de la especulación.

Lejos de la racionalidad, en cruel abono a la usurera codicia especulativa, los terrenos se «tasan» a «precios de mercado». ¿De qué mercado? ¿Quién o qué regula ese “mercado”? ¿Qué es la tasación, aparte de calibrar los precios impuestos en la zona por los vendedores? Precios impuestos, precisamente, por la dinámica especuladora de la banca —otra oportunidad para re-vender hipotecas a trozos, cobrar más de medio piso al comprador y de nuevo venderlo entero— de grandes constructoras, grupos inmobiliarios y quien a su sombra pueda aprovecharlo. No importa inflar otra burbuja para volver a defender que el «patriotismo» exige ocultar la realidad. Ese patriotismo incapaz de defender la patria, porque la única defensa es la de los intereses de grandes grupos económicos: promotoras, inmobiliarias, constructoras, fondos buitre, comercializadores de última moda de «tourist apartment», revendedores y compradores de hipotecas. Nadie piensa que el ejército sea responsable de la tasación, de la especulación bancaria, de la acción de fondos buitre. No; sólo es obra del sistema del que forman parte las administraciones. Pero ¿nadie va a pensar en Sevilla? ¿En el bienestar de sus ciudadanos a medio y largo plazo? Así que no hay dinero para el metro. No hay dinero para mejorar la vida en Tres Barrios, ni en Torreblanca, ni en el Polígono Sur, los barrios más pobres, degradados y con mayor nivel de paro de Europa. Ni para renovar y adecentar el Tardón, ni para acabar con la vergüenza de El Vacie. Las viviendas se siguen sorteando como si no fueran un derecho constitucional, porque no se hacen suficientes, pero se permite la financiación de gran cantidad de edificios vacíos, véanse Espartinas, ó Bollullos de la Mitación, ó Almensilla. Y no son los únicos. Véanse solares como Marqués de Paradas ó la Florida. Y tampoco son los únicos.

Será que se domina mejor a quien sufra alguna carencia fundamental.