Angostillo

De la casa de al lado

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Isidro González IsidroGonzez
12 may 2023 / 08:23 h - Actualizado: 12 may 2023 / 08:24 h.
"Cofradías","Angostillo"
  • Virgen de la Salud. / Foto: Jaime Rodríguez
    Virgen de la Salud. / Foto: Jaime Rodríguez

A partir del Domingo de Resurrección se inicia el tiempo de las hermandades de gloria, los meses en que estas venerables corporaciones establecidas en muchas de las antiguas parroquias de Sevilla se hacen visibles en sus templos y en las calles de sus collaciones devolviéndoles, siquiera sea por unos días, gran parte de su alma perdida. Un periodo distinto y peculiar, en que estas instituciones religiosas se muestran a la ciudad y reciben el calor de sus hermanos y devotos llevando a cuestas los avatares y dificultades de la propia historia pero con su devoción, principalmente mariana, siempre intacta a pesar de las dificultades, que ¿en qué tiempo pasado no las ha habido?

Este domingo procesionan las Vírgenes de la Alegría y de la Salud por calles de la Sevilla más histórica y exquisita. Dos imágenes donde la antigüedad y la excelencia artística se abrazan para hacer aparecer nada más y nada menos que el misterio de la Virgen Madre de Dios. Dos pasos distintos en los que la elegancia y la belleza van de la mano con naturalidad, sin excesos ni sobreactuaciones, para mostrar la visión sevillana de la joven María de Nazaret con su pequeño Hijo en brazos. Bordados, orfebrerías, flores y músicas hermosas para engalanar el gozo de la Pascua contemplando y acompañando a la Santísima Virgen María con familiaridad, como la vecina de la casa de al lado.

Alegría y Salud son sus advocaciones. Cómo acertaron con ellas nuestros antepasados al llamar así, de manera sencilla y directa, a María. Resuenan estos nombres en nuestro interior como dos golpes recios. Como dos faros que centellean sin descanso frente a la amenaza y el acoso de la tristeza y la enfermedad que, más tarde o más temprano, llegan y rodean nuestras vidas. Dos avisos serios para implorar por su mediación maternal estos bienes preciosos para el alma y el cuerpo. Ved los dos cortejos alegres, sencillos y grandes a la vez, como espejos de su propia historia -esbeltas cruces doradas, simpecados dieciochescos, faroles grandes del rosario, candelabros oscilantes que rozan la cal de las paredes...- y testigos de la fidelidad que se renueva cada año -niños con velitas, jóvenes acólitos, señoras con hachetas, familias que se unen y se reencuentran...-. Títulos y cortejos que son pura gloria en el atardecer de un domingo de mayo que se revive más en los adentros del corazón ¿de la infancia, de la juventud, de la madurez...? que en los ojos con que los contemplamos.

Regresarán los pasos a sus templos y las Vírgenes volverán a los altares de sus capillas. Algún bautizo, una boda o misa de difuntos y la oración sabatina que nunca falta les acompañarán durante el año en la quietud de San Isidoro o San Bartolomé. Desde allí continuarán velando por sus feligresías como desde hace siglos, esperando las visitas y plegarias de sus devotos en esa casa que siempre está a nuestro lado. Que no se apaguen sus luces, que no estén siempre cerradas sus rejas, que no nos falten nunca estas gemas preciosas de joyería espiritual en un mundo que gran parte de lo que ofrece es abundante y barata bisutería.