De metáforas

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15 ene 2016 / 23:06 h - Actualizado: 15 ene 2016 / 23:07 h.

Me pasa a menudo con mucha gente, «Manuel siempre estás con las metáforas». No sé por qué el rechazo a las metáforas, para mí es más fácil comprender las situaciones y que sean aceptadas usándolas, el tiempo, el río, el sueño, el cabello de la amada, la vida, el oro.

Esta semana, en el nuevo Congreso de los Diputados, dominaron dos metáforas. Una de ellas la ofrecía un diputado que, elegido en las listas del PP, se había marchado al grupo mixto, y allá arriba, en lo más alto del hemiciclo, intentaba esconderse detrás de un quicio. Está investigado por la Fiscalía, por trapichear con su escaño y su posición con empresarios por un módico porcentaje. Metaforizando, yo diría que este señor sería la campanilla del leproso del PP. Me pongo en el lugar de esta gente, que este martes aparece en el nuevo Congreso, después de haber perdido millones de votos y decenas de escaños, pero con la sonrisa puesta, la decidida voluntad de diálogo, el patriotismo desmedido y constructivo sobre todas las cosas, y de repente te encuentras con uno de los tuyos trincando por los pasillos, intentando saludar a sus compañeros, moviendo los pies como un perrillo nervioso colgando, porque le viene grande en el escaño que usurpa, y ese discurso de la dignidad del ganador derrotado pero fiel a sus principios es de repente infectado por un incontrolable olor a podrido, que trae a la mente de repente los últimos tiempos, los de las tramas de repartos de sobres, con tesoreros enchironados, el nepotismo vomitivo y el capitalismo de amiguetes.

La otra metáfora es la protagonizada por la tan traída madraza Bescansa y su bebé. Yo creo –supuestamente, no vaya a ser...– que el bebé en sí mismo metaforiza al elector más entusiasta de Podemos. Los que gritaban en los alrededores de la Carrera de San Jerónimo, que estos si nos representan, haciendo gala, por enésima vez, de su satisfecha candidez política. Todos y cada uno de los diputados representan al pueblo, a los electores y en suma, al conjunto de los ciudadanos. Significa un ejercicio de pura ingenuidad que la composición de la Mesa del Congreso en sí misma pueda llegar a impedir que se legisle en esa Cámara. Da la impresión de que son como bebés.

Proponer ahora, hacer política de verdad sin pensar solo en «hacer titulares», es cuando menos insultante. Tenemos en este país lo que nos merecemos, después de esforzarnos todos, desde el que está en funciones, hasta el más revolucionario payés catalán, pasando por el que va ilusionado a depositar su voto, y puede que ahora nos toque observar entre absortos y decepcionados, cómo en Europa y en el mundo entero, cuando vean algo, ridículo, dantesco, enrevesado, oportunista, insensato, deshonroso, despatriado y cutre se lo metaforice con un... Spanish Style. ~