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Fin de pista

De México, Sánchez y la España del 78

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17 ene 2021 / 11:08 h - Actualizado: 17 ene 2021 / 11:11 h.
"Fin de pista"
  • De México, Sánchez y la España del 78

Las bravatas del presidente mexicano –que exige perdón al mismísimo rey de España por los supuestos desmanes de la conquista- tienen mucho que ver con el empeño de Sánchez y su corte por resucitar a Franco en cada esquina. No deja de ser un certificado de su propia incapacidad para ganar el futuro. Aquel paseo aéreo de su cadáver, convenientemente televisado, ya está instalado en la antología del disparate de este país tan dado al esperpento o a buscar espejos cóncavos. ¿Qué ha pasado después? Nada... En ese punto no se le puede negar cierto gusto por la tradición hispana ni ese gusto por las momias que no suele ser aireado por la interesada memoria histórica, que sólo tiene una dirección.

Pero el asunto –en México y España- tiene más calado. Dicen que los niños siempre andan buscando culpables para las consecuencias de sus travesuras. En el lado contrario, debería ser propio de un adulto buscar soluciones para los problemas. ¿Por qué contamos todo esto? La clase política –que no puede ser más infantilista- sigue perdiendo el tiempo echando las culpas al maestro armero mientras la sociedad, adormecida y anestesiada, sigue soportando la mayor manifestación de incompetencia, sectarismo y parcialidad de nuestra historia. Pero la culpa, ya saben... es de Franco.

Mientras, los reinos de Taifa de las autonomías y el invertebrado gobierno central se pisan los juanetes a costa de la pandemia y seguimos sin un plan claro para vacunar a la población, que bastante tiene con llegar a fin de mes. Son más importantes esas estrategias electoralistas en clave catalana que un esfuerzo global, alejado de la miseria política, para poner en marcha una vacunación masiva que nos haga mirar el mañana con un mínimo de optimismo. Pero no... El descalzaperros de este tiempo tenebroso sólo ha sido una plataforma válida para ganar poder y más poder apoyándose en lo peor. En sus delirios, esta tropa impresentable ya se contempla a sí misma asomándose al balcón de la plaza de Oriente para proclamar su propia “republiqueta”, que dijo González. Ésa es la única razón por la que no perdonan a la España del 78. Aquella España, definitivamente, era mejor que ésta