Cuaresma 2023

Dejad que los niños vengan a mí

23 mar 2023 / 08:05 h - Actualizado: 23 mar 2023 / 08:08 h.
"Cuaresma 2023"
  • Imagen de la web de la Banda de la Cruz Roja
    Imagen de la web de la Banda de la Cruz Roja

La cálida luz de la primavera se adentra en la habitación por las pequeñas rendijas de la persiana. Hoy no ha sido necesario poner el despertador. El gran día ha llegado, y sin salir aún de la cama se regocija una vez más en el sueño que supone volver a pasar por campana tocando con su banda.

Visualiza el gesto de llenar los pulmones; expandiendo la caja torácica para colmarse del aire responsable del mayor suspiro de felicidad que es emitir una nota musical a ritmo del tambor.

Tumbado en la cama, con los ojos cerrados, es capaz de sentir perfectamente como el aire es expulsado con gran energía desde los pulmones y el aumento de presión lo calienta, llegando como un huracán hasta la garganta, donde juega con las cuerdas vocales dejando de ser un simple torrente para empezar a adoptar la forma deseada. Pues este viaje sigue hasta la boca, donde la lengua modula el ciclón que atravesará los dientes para, por fin, ser conducido por los labios hasta la boquilla; esa frontera mágica entre lo humano y lo mecánico, donde un simple caudal de aire se transforma en emoción; en sentimientos; en el lenguaje divino que solo unos pocos realmente entienden, pues el verdadero idioma de Dios es la Música; sí, en mayúsculas.

La música es la mejor representación de que todos somos uno, pues cuando cien músicos tocan a la vez una partitura, ésta lanza un mensaje único y verdadero. Ni sobran ni faltan notas; ni sobran ni faltan intérpretes. La música esculpe la emoción porque todos forman parte de ella durante al menos un instante y ese momento se convierte en la eternidad.

Ya incorporado, se dirige al escritorio donde está el uniforme y su instrumento, que de forma meticulosa ha limpiado el día anterior para dejarlo en perfecto orden de revista.

Es consciente de los dolores de pies, del cansancio acumulado y del agotamiento mental al que se va a exponer durante los días que le queda por delante, pues su banda toca todos los días de la Semana Santa, pero si no es por este momento ¿qué sentido tendría todos los sacrificios realizados durante el resto del año ensayando cinco días a la semana?

Porque si tuviéramos que cuantificar económicamente el auténtico gasto que supone mantener una banda, no habría hermandad que pudiera asumir su coste, así que sí, aquí hay mucho de devoción, y pese a los montantes que puedan ofrecer las hermandades, por muy cuantiosos que sean, siempre hay un gran donativo por parte de cada uno de los músicos.

Ya uniformado, se acerca al espejo para darse los últimos retoques. Es consciente que, pese a su ilusión, las canas que peina le delatan. No es joven de edad, pero sí de corazón, y eso es lo que le garantiza un lugar en el cielo, pues como dice el evangelio “quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él” (Mc 10, 15). Por eso, no me cabe la menor duda que Sevilla entera tiene un lugar muy especial en ese reino, pues aquí jamás se ha dejado de ver la vida con los ojos de un niño.

Cuando los días son semanas y los meses años, el sentido de la vida pasa por la emoción del instante. Todo es el aquí y ahora; la ilusión por lo que está por venir en la inmediatez más hermosa. Así es como un niño vive la vida, y jamás deberíamos perder esa sensación ahogándola entre preocupaciones, disputas y desencuentros.

La Semana Santa es la oportunidad que nos regala el Sol cada vez que damos una vuelta alrededor de él, coincidiendo en el momento que su pequeña amiga, la Luna de Parasceve, nos muestra su cara más brillante y amable, así que aprovechemos ese instante para hacer grande la música que permitirá mecerse a los palios, dar izquierdos a los misterios y rachear a los costaleros de los elegantes Cristos, Cautivos y Nazarenos.

Sale por la puerta, instrumento en mano, con el espíritu de un niño que va rezar tocando las marchas que con cariño y emoción ha ensayado todo el año para que la ciudad disfrute de ellas.

En un instante, antes de que se haya dado cuenta, se marcará el himno de la última recogida y todo habrá terminado, pero antes, que suene la música.


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