Derecho a la vivienda. El recuerdo de Hammurabí

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08 ene 2023 / 11:52 h - Actualizado: 08 ene 2023 / 11:54 h.
"Tribuna"
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Hasta la promulgación de la nueva Ley, que impide la explotación de falsos autónomos —aunque todavía se siguen dando— y prohíbe el secuestro y embargo de su vivienda principal a los autónomos, podía darse el caso y se dio en más de una ocasión, que el trabajador forzado a pasar por falso autónomo, dedicado a trabajar para una sola empresa —sin necesidad de que la empresa lo diera de alta por el subterfugio de hacerlo pasar por autónomo— de perder su única vivienda por decisión de un Juzgado y la habilidad jurídica de un abogado sin escrúpulos. Todo por unas comisiones pagadas y reclamadas de nuevo por la empresa porque su servicio de reparto no había sido capaz de entregar los pedidos correspondientes, pese a estar hechos todos de forma absolutamente legal.

En España se mira al deudor como a un delincuente y se le amenaza y presiona hasta más allá del límite sin que ni representantes bancarios ni empresas dedicadas a la presión del cobro de morosos tengan que responder por métodos en absoluto aceptables ni éticos. Si es cierto que las deudas se contraen para responder por ellas, no es menos cierto que los intereses de un préstamo nunca deberían sobrepasar el importe del propio préstamo, y que quien debería responder ante la Justicia es quien lo hace, no quien lo sufre. Porque uno de los deberes de todo gobierno es proteger de la especulación al ciudadano. Lo dice el artículo 47 de la Constitución.

Viene a la memoria la figura de Hammurabi, un personaje “tan antiguo”, que, ante los altísimos intereses impuestos por los prestamistas privados tan especuladores como las empresas y propietarios de vivienda actuales, los cuales hacían trabajar a los deudores hasta la esclavitud para devolver aquellos préstamos, el rey ofreció préstamos a intereses de cinco a diez veces más bajos de los privados. Compitió con los especuladores, pero no para forrarse, sino para acabar con la especulación y con la esclavitud. Y Erradicó ambas situaciones.

En cambio hoy, que somos tan “moelnos”, se suben los intereses y se permite a la banca que revendan sus hipotecas para sacarle un rendimiento superior al legal y creen burbujas, como la que están fabricando en estos momentos, tanto con la venta de viviendas como con el alquiler y con los préstamos y créditos en general. Hammurabi se enfrentó a los especuladores y ganó la partida. Sin duda porque no se dejó comprar por ellos. Y con eso incrementó el tesoro con sus bajos intereses anti especulativos. Todo lo contrario de lo que ocurre ahora que somos tan “civilizados”. Hace miles de años Hammurabi introdujo en la Ley la figura de buena fe del deudor, porque la inmensa mayoría de los deudores no son morosos por voluntad propia, no merecen presiones e insultos porque no son sinvergüenzas ni profesionales de la deuda, sino personas atrapadas en las condiciones de los préstamos. Si entonces se pudo dar préstamos del tesoro real ¿por qué no se pueden dar ahora del presupuesto estatal? O imponer unas condiciones humanas a los prestamistas, y prohibir los fondos buitre, por ejemplo.

En una mal llamada “desokupación” en Canarias, dentro de las amenazas recibidas una frase antológica de los “desokupadores” fue: “—El Juez aquí no puede hacer nada. Y la policía tampoco”. ¿Cómo que no? ¿Puede ser eso cierto? Entonces ¿tan desprotegidos estamos? Si no lo es, ¿a qué esperan policía y judicatura para poner en su sitio a esos particulares que van por el mundo estropeando cerraduras, presionando y coaccionando a quien es privado del derecho fundamental a una vivienda digna? Lo peor es que pueden hacerlo porque la Administración incumple flagrantemente la Constitución. Concretamente, entre otros, los artículos 10 y 47 de la Ley Máxima, en beneficio de especuladores, usureros y gorilas. ¿Todo eso es legítimo? No lo parece.