Estoy harto de tanta pamplinita de esto vamos a superarlo, saldremos de ésta, hay que ser fuertes, solidaridad, unidad, venga versiones de Resistiré y demás proclamas. Eso ya lo sabemos y lo hacemos, estamos todos en casa y aun así no estamos a salvo. Yo quiero escuchar habitualmente la palabra de la ciencia, no de políticos y periodistas del pesebre o de la oposición, los unos remando a favor y los otros en contra que ni en las desgracias deja esta gente de pegarse leñazos al tiempo que nos piden valor y unidad a los ciudadanos. Pero, por favor, señoras y señores, si ser de izquierdas o de derechas, en la mayoría de los casos, no es más que una cuestión emocional, psíquica o de educación más que de raciocinio. La gente de derechas es la que tiene privilegios que guardar y lo sabe y actúa racionalmente como debe ser: creando una estrategia para no perder lo que tiene y entonces con su dinero engendra a sus voceros y millones de mentalidades. Y la izquierda no es más que un hecho emocional, he debido desprenderme de esa desviación de mi mente precisamente por eso.
Por tanto, yo prefiero a los científicos y además a los científicos libres que sean capaz de decirnos la verdad, hasta dónde se sabe, de este virus y qué avances hay. Por lo que deduzco, sólo sabemos tres cosas y todas tienen un alto grado de volatilidad. Una, que la resistencia al virus tiene mucho que ver con un sistema defensivo fuerte a escala fisiológica. Dos, que hace falta una vacuna. Tres, que con combinaciones de algunos medicamentos útiles contra otras pandemias le hacemos pupa a la que tenemos encima. Ni siquiera sabemos con seguridad cómo actúa este virus, ni eso, porque es más listo que el hambre y muta continuamente.
Las tres cosas que sabemos están en solfa porque unas buenas defensas no garantizan el éxito, no existe vacuna aún y los medicamentos no son infalibles. No nos dicen apenas que cuando empecemos a salir de ésta viene una segunda oleada a partir de septiembre que puede ser peor que la actual. Pues dígasenos y nos preparamos para ello desde la realidad, no desde la inopia que termina por poseernos con tanto mensaje supuestamente optimista, yo quiero ser un pesimista bien informado para ir mentalizándome y así ser psíquicamente más fuerte cuando llegue una nueva carga del enemigo si es que salgo vivo de la presente.
Me jode mucho este mundo que se está engañando continuamente a sí mismo desde que está en el colegio y le pintamos a los niños las palmas de la mano de blanco el día de la paz en lugar de explicarles bien que el mundo jamás ha estado en paz desde que existen los humanos y por qué se ha producido este hecho. Vivir en el sueño permanente será vivir, pero no existir.
Supongo que debo prepararme para agarrar el coronavirus ése, si no ahora en otro mes más adelante, y asimilar de verdad que me puede matar o que puede vencerlo mi cuerpo con la ayuda de la medicina si hace falta, siendo consciente de que la medicina no tiene nada crucial que ofrecerme -hasta que contemos con vacuna eficaz- y esas criaturas que nos cuidan están ahí sin protecciones ni medios adecuados conscientes de eso. Pues yo quiero ser tan o más consciente que ellos, para defenderme. Sí, descienden las curvas de muertos y de afectados y ascienden las de las curaciones. ¿Y qué? Sólo el conocimiento certero nos hace poderosos, no los mensajes para niños.