Dispersión

Image
25 sep 2015 / 21:51 h - Actualizado: 25 sep 2015 / 21:51 h.

Es muy recurrente el ejemplo que se usa en multitud de sesiones de motivación empresarial o coaching, (muy de moda actualmente), donde se nos muestran las manos separadas como gesto de desunión, contra las manos entrelazadas como símbolo de fusión de la organización. La unión hace la fuerza y todos sumando conseguirán mejores resultados. También es muy conocida, la leyenda oriental del haz de flechas como símbolo de concordia, usada en la Edad Media nada menos que por el gran caudillo mongol Gengis Khan, como estrategia de marketing, y que está propagada por todos los confines de la historia de la humanidad, desde Plutarco a los mismos Reyes Católicos que la incluyeron en su escudo de armas, y hasta el genial director cinematográfico japonés Akira Kurosawa, quiso dar su pincelada haciéndola pieza central de su obra maestra Ran. En cualquiera de los casos el mensaje es nítido: la unidad prevalece, mientras que la disgregación destruye. Un mensaje añejo, pero de mucha actualidad.

La dispersión es un gran enemigo de las organizaciones empresariales, que ven cómo esta división de medios, personas y orientaciones terminan por minar el sentido organizativo de la misma. No debe confundirse esta dispersión, que tiene sobre todo un fuerte componente ideológico, con la creación de distintas unidades de decisión y mando, que pueden por el contrario, mejorar a la organización en sí misma, y propiciar una correcta delegación funcional o geográfica.

Especialmente instaurada se encuentra esta dispersión en la empresa familiar, siendo directamente proporcional al número de generaciones y por lo tanto de descendientes, en diversas líneas de parentesco que se hubieran producido y que son causa de infinidad de situaciones desastrosas que pueden dar lugar incluso a la desaparición de la organización. Es notable y conocido que mezclar cuestiones sentimentales (que no emocionales), con aspectos técnicos empresariales no suele ser buena idea, y hoy día, en este mundo altamente competitivo, especializado e internacionalizado menos aún, pues solo con mucha fortaleza se conseguirá actuar en estos escenarios complejos y cambiantes, sin garantías en ningún caso de nada. En el mundo de la empresa actual, cada vez las ideas (o los sentimientos si queremos), tienen menos importancia, y cada vez son más vitales las relaciones o interactuaciones que provoquen sinergias que no son otra cosa en definitiva que un equivalente de unidad.

Contrasta esta visión del mundo empresarial por tanto, con otros escenarios de nuestra sociedad, principalmente el político, donde parece que la fragmentación y la desunión son los valores predominantes y son cultivados con denuedo. No entienden aún el ejemplo de las manos o el arcaico del haz de flechas. Al final provocarán una gran dispersión. Y de ahí al caos va un solo paso.