Dogma de la Inmaculada Concepción

Sevilla fue la primera ciudad del orbe cristiano en solicitar al Papa Paulo V el Dogma de la Concepción de la Virgen María, anhelo nacido en 1417

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04 dic 2015 / 23:16 h - Actualizado: 05 dic 2015 / 21:31 h.
"Hemeroteca El Correo"
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  • Portadas de El Correo de Andalucía de los días 9 de diciembre de 1915 y 8 de diciembre de 1920, informando de las celebraciones de la fiesta de la Inmaculada Concepción. / El Correo
    Portadas de El Correo de Andalucía de los días 9 de diciembre de 1915 y 8 de diciembre de 1920, informando de las celebraciones de la fiesta de la Inmaculada Concepción. / El Correo

{El monumento a la Inmaculada Concepción, erigido en 1918 por suscripción popular, fue obra del escultor Lorenzo Coullaut Valera y del arquitecto José Espiau y Muñoz (Ver El Correo de Andalucía del día 5 de septiembre de 2015, páginas 16-17). Además de las esculturas de cuatro personajes vinculados al marianismo sevillano –Juan de Pineda, Martínez Montañés, Miguel del Cid y Murillo– incluye en los vértices cuatro cartelas con textos y símbolos alusivos a la promulgación del Dogma de la Inmaculada Concepción.

El día 8 de diciembre de 1854 el Papa Pío IX promulgó el Dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, culminando un anhelo sevillano que tiene raíces en el siglo XIII, pues del año 1258 data la fundación de la primera hermandad de la Concepción, llamada la Cofradía de los dos cabildos, por estar formada por el Eclesiástico y Secular y el de la Nobleza de Sevilla, como escribió María José Carmona en 1987 (Abc, 7 diciembre). Desde 1854 hasta el siglo XIII, la crónica mariana sevillana tiene hitos capitales demostrativos de la ferviente devoción de la ciudad por la Madre de Dios. En 1417 se consideró fiesta el día 8 de diciembre; en 1592 llegaron al convento de San Diego los frailes franciscanos, enseguida erigidos defensores de la pureza de María y convirtiéndose en el principal foco de la devoción; en 1617 hizo la ciudad su voto concepcionista, y luego todo el siglo XVII fue una constante referencia al deseo del reconocimiento papal de la concepción sin pecado original, coronado por la visita a Roma de una comisión sevillana que presentó sus anhelos al Papa Paulo V.

Todo lo relacionado con el culto a la Concepción, desde los orígenes isidorianos hasta finales del siglo XIX, un tiempo de ferviente renovación de la devoción, está recogido minuciosamente en un libro que supera las novecientas páginas e impreso en apretada tipografía, escrito por el presbítero Manuel Serrano Ortega, un erudito que publicó numerosas e importantes obras sobre temas sevillanos. Se titula el libro Glorias de Sevilla. Noticia histórica de la devoción y culto que la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Sevilla ha profesado a la Inmaculada Concepción de la Virgen María, desde los tiempos de la antigüedad hasta la presente época, impresos por la imprenta de E. Rasco en 1893.

Pero el largo camino hacia la promulgación del Dogma no fue fácil, y los sevillanos sufrieron contratiempos que incluso obligaron a las consabidas procesiones de desagravio, organizadas por los frailes del convento de San Diego, que estaba en el Prado de San Sebastián, en zona cercana a la Fábrica de Tabacos y el palacio de San Telmo. Una de las polémicas más enconadas las originó el fraile Molina, del convento de Regina Angelorum, junto a la plaza de la Encarnación. Y el pueblo contestó con una popular redondilla, que en su primer párrafo decía: «Aunque se empeñe Molina/ y los frailes de Regina/ con su padre Provincial,/ María fue concebida/ sin pecado original».

Pronto se hicieron muy populares los versos de Miguel del Cid, uno de los abanderados de la promulgación del Dogma, que dicen: «Todo el mundo en general,/ a voces Reina escogida,/ digan, que sois concebida/ sin pecado original».

Afirma el analista cofrade Juan Carrero Rodríguez que en 1615 la hermandad del Silencio encargó al poeta sevillano Miguel Cid unas coplas en honor de la Inmaculada Concepción, y que éste escribió la cuarteta luego tan popular, con música de Bernardo del Toro, que fueron impresas a cargo de la Cofradía en un pequeño librito para su divulgación en la ciudad. Juan Carrero Rodríguez se basa en un texto anterior escrito por el doctor Juan Delgado Roig donde mantiene dicho aserto.

Advocación mariana

Sabido es que la hermandad del Silencio, como popularmente se le conoce, tiene como título oficial el de Primitiva Hermandad de los Nazarenos de Sevilla, Archicofradía Pontificia y Real de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santa Cruz de Jerusalén y María Santísima de la Concepción. Y la advocación mariana titular responde a las raíces inmaculistas de la cofradía, que fue la primera de Sevilla en hacer voto de defensa de la Inmaculada Concepción, hecho fechado el martes día 29 de septiembre de 1615, festividad de San Miguel, y por iniciativa de su Hermano Mayor, Tomás Pérez y Pérez, asumida por aclamación por la Junta de Gobierno. Un voto llamado de sangre porque juraron defenderla hasta dar la vida por este misterio.

Hay antecedentes de la devoción concepcionista de la Hermandad de Nazarenos y Santísima Cruz de Jerusalén que se pierden junto a las raíces fundacionales hasta el año 1340, y si bien los dos historiadores clásicos de las Cofradías, José Bermejo y Carballo y Félix González de León no indican la posible fecha fundacional en el siglo XIV, el año antes citado lo acepta el analista Juan Carrero Rodríguez como resultado de sus investigaciones en el Archivo General del Arzobispado.

Aunque las raíces inmaculistas de la hermandad se pierden con las fundacionales, tuvieron principal proyección en los primeros lustros del siglo XVII, como consecuencia de las controversias suscitadas sobre la Inmaculada Concepción de la Virgen María, que alcanzaron especial virulencia con los sermones del fraile Molina, del convento dominico de Regina Angelorum, que estaba junto al mercado de la Encarnación.

El nombre de la corporación se completó en 1636 con el título mariano y desde entonces se llama Primitiva Hermandad de los Nazarenos de Sevilla, Archicofradía Pontificia y Real de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santa Cruz de Jerusalén y María Santísima de la Concepción. Pero como antes apuntamos, la disposición mariana de la hermandad era ancestral, y fue la primera Cofradía sevillana y del mundo, como subraya José Bermejo y Carballo, en hacer el voto en defensa de la Inmaculada Concepción en un cabildo histórico celebrado el martes día 29 de septiembre de 1915, como antes citamos. Bermejo escribió que «una de las mayores glorias que tiene esta hermandad y por la cual se ha distinguido siempre entre todas las demás de esta ciudad, es la singular devoción que ha profesado desde su origen al misterio de la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora la Virgen María».

Las polémicas surgidas en 1613 alcanzaron especial virulencia en 1615, año que se convirtió en hito básico de la devoción mariana sevillana como respuesta popular a los ataques sufridos por los defensores a ultranza de la Inmaculada Concepción.

La hermandad no sólo se unió a las varias procesiones de desagravios organizadas por los frailes franciscanos del convento de San Diego, sino que además hizo el voto antes citado, y organizó un solemne octavario iniciado el día 26 de abril de 1615, con un sermón del jesuita Juan de Pineda, uno de los promotores del Dogma de la Inmaculada Concepción.

A los ataques de los frailes dominicos del convento de Regina Angelorum, contestó el pueblo con varias coplas satíricas, siendo la más popular la que dice:

Aunque le pese a Molina

y a los frailes de Regina;

al Prior y al Provincial

y al padre de los anteojos,

sacados tenga los ojos

y él colgado en un peral,

fue María concebida

sin pecado original.