Comentario bíblico

Domingo III tiempo Ordinario (ciclo C)

Neh 8,2-6.8-10; Sal 19,8.9.10.15; 1Cor 12,12-30; Lc 1,1-4; 4,14-21

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27 ene 2019 / 05:00 h - Actualizado: 27 ene 2019 / 05:00 h.
"Comentario bíblico"

Las lecturas ponen la Palabra de Dios en el centro, pues es espíritu y vida, su ley es perfecta, descanso del alma, alegría del corazón, luz de los ojos (salmo).

El pasaje de Nehemías muestra al pueblo de Israel, después del exilio, congregado en asamblea en torno al libro de la Ley (Torah): se lee y se explica públicamente mientras la luz del día va llegando a su esplendor. El pueblo, que escucha con atención y máxima reverencia, se siente compungido pues reconoce su infidelidad a la Alianza. Pero no es tiempo de mirar al pasado sino que ese “hoy” se convierte en día de alegría y fiesta para el Señor, el Dios fiel, donde reside su fortaleza.

El evangelio comienza con el prólogo del libro, donde Lucas refleja la razón para componer su obra: que Teófilo (lit. “el amigo de Dios”) reconozca la solidez de la enseñanza recibida. Después continúa con el pasaje programático que inicia la vida pública de Jesús en la sinagoga de Nazaret. La cuidada dramatización quiere resaltar la lectura y explicación de la Escritura. Jesús lee el pasaje del profeta Isaías que refiere la misión del ungido enviado a llevar la buena noticia a los pobres (Is 61). Luego, la atención pasa del texto a Jesús a quien se dirigen todas las miradas. Según la liturgia sinagogal es momento del comentario, Jesús sorprende: “hoy” ha llegado el cumplimiento del pasaje profético.

La ley y los profetas (antigua alianza) se han cumplido en Jesucristo, Palabra viva del Padre que inaugura el “hoy” de la salvación, el hoy perenne de la Nueva Alianza. La Iglesia, convocada y unida por el Espíritu en un solo cuerpo (2ª lectura), sigue escuchando y alimentándose de Cristo, cuya Palabra ha de ser el centro en la vida carismática de la comunidad. Unida a Cristo, “hoy” sigue proclamando su Buena Noticia.

1. ¿Está la Palabra de Dios en el centro de tu vida? ¿Cuánto tiempo dedicas a su escucha y meditación?

2. ¿Para qué te ha ungido el Espíritu? ¿Cuál es tu misión en la Iglesia?

3. ¿Reconoces los carismas que tienes? ¿De qué modo los pones al servicio de la Iglesia?