La Tostá

Dos siglos de Caganchos

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
04 feb 2021 / 09:46 h - Actualizado: 04 feb 2021 / 09:52 h.
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Este año, 2021, tendría que ser el de los Caganchos de Triana, porque se van a cumplir dos siglos justos del nacimiento de Antonio Rodríguez Moreno, Tío Antonio Cagancho, un gitano de profesión esquilador que inició una importante dinastía de cantaores trianeros, a la que también pertenece uno de los toreros trianeros de más jondura, Joaquín Rodríguez Ortega, Cagancho, que a su vez fue biznieto de Antonio Ortega Heredia El Fillo. El torero fue hijo de Joaquín Cagancho, vástago de Manuel Cagancho, el herrero seguiriyero que creó escuela. El bicentenario del nacimiento de Tío Antonio Cagancho debería servir para que de una vez por todas Triana rinda homenaje a tan notable familia flamenca, sin la que no se podría entender este arte en el viejo arrabal. Porque como he dicho cien veces, el arte de lo jondo en la Triana del XIX no era sino cosa de tres o cuatro familias gitanas: los Puyas, los Pelaos y los Caganchos. No hubo grandes figuras del cante, el baile y la guitarra. O sea, Triana no tuvo a ninguna figura como Silverio Franconetti, por poner un ejemplo. Adoptó a Antonio el Fillo y a Frasco el Colorao, que eran de San Fernando y Puerto Real, respectivamente. Las grandes lumbreras nacieron al otro lado del río, en barrios como el de la Feria, San Juan de la Palma o la Alameda. Pero la importancia de esas tres o cuatro familias trianeras fue tal que marcó el rumbo jondo del barrio más flamenco del mundo, sin restar importancia a otros barrios andaluces como el de la Viña en Cádiz o los jerezanos Santiago y San Miguel. Es necesario un estudio a fondo de esas familias y de aquella época, que no existe. Hay algunos libros mal documentados, sí, pero por tanto poco fiables para basarse en ellos. Tío Antonio Cagancho no fue profesional del cante, sino un esquilador que aprendió a cantar en su propia casa y bajo la influencia del Fillo y Frasco el Colorao. Que seguramente llegó a escuchar al Planeta, gaditano enamorado del arrabal, y a todos los que se acercaron al barrio sevillano para impregnarse de esencia flamenca. Estaría bien que se celebrara este año un congreso sobre los Caganchos, una vez que haya pasado un poco la pandemia, porque Triana merece más atención y estudios fiables sobre el flamenco, un arte fundamental en el barrio, que lo ha hecho universal.