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La ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, en un reciente acto público. EFE/ Mariscal
Ministras de España como Yolanda Díaz o Ione Belarra no pueden insultar a las empresas, los banqueros, los líderes europeos o a los grandes analistas económicos, porque nos bajan de nivel ante los ojos del mundo. Porque estas ministras son parte del Gobierno y no estamos para que nos miren mal fuera. En la Comunidad de Madrid llevan años hablando mal de la sanidad, la educación y la seguridad. Unos amigos de Berlín me llamaron en Navidad porque querían pasarla en Madrid y necesitaban estar seguros de que podían salir del hotel o disponer de un hospital si tenían un problema de salud. Se llevaban las manos a la cabeza cuando veían en algún canal de televisión internacional cómo ministros españoles atacaban a España. “Más que a la oposición”, me dijo uno de ellos, un prestigioso abogado. Con toda la razón. Que Abascal, Cuca Gamarra, Espinosa de los Monteros o el mismísimo Feijóo machaquen a Sánchez o a la ministra Irene la Cazamachistas, es lógico porque son la oposición. Pero es que en nuestro país hay ministras o ministros que van a cargarse al Gobierno, o sea, al presidente Sánchez. No solo aprobando leyes fallidas que nos están dando tantos problemas y muy mala imagen como país, sino machacando todos los días a los grandes empresarios.
Esto pasa en un país, el nuestro, donde se están yendo las empresas como se va el agua por una tubería rota. Ahí tienen a Ferrovial, por ejemplo. Pero es que, según la Plataforma Multisectorial contra la Morosidad, se podrían cerrar en no mucho tiempo cientos de miles. Más de medio millón de empresas, entre grandes, medianas y pequeñas. Conociendo estas previsiones, Sánchez le debería de cortar la cabeza a la primera ministra podemita que vuelva a criticar con tanto desconocimiento y descaro a un empresario de éxito. Políticamente, claro está. Ione Belarra no solo no tiene talla política para ser ministra. Es que tiene más peligro que un cable pelado y está haciendo un gran daño. Creo que si Pedro Sánchez le echara valor y la mandara a casa, ganaría votos, porque el asunto es escandaloso. Está durmiendo con su enemiga, o con sus enemigas, porque la ministra de Igualdad es para echarle un puñaíto de arroz. Cualquiera diría que Sánchez sabe ya que no será candidato en las próximas elecciones, porque tiene proyectos personales en Europa. Solo podría entenderse que quisiera seguir en la Moncloa si estuviera seguro de su victoria, y no lo está, sobre todo ahora con lo del Tito Berni, que huele a perros muertos. El socialismo vuelve a las andadas con la corrupción. Encima.