Los medios y los días

Ejercicio o muerte

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03 ago 2021 / 04:16 h - Actualizado: 02 ago 2021 / 11:19 h.
"Los medios y los días"
  • El frances Samir Ait Said. / Marijan Murat/dpa
    El frances Samir Ait Said. / Marijan Murat/dpa

Creo que esta semana terminan ya los dichosos juegos olímpicos. Perfecto, como gritábamos en mis tiempos de estudiantes revoltosos en los años 70 del pasado siglo XX, “que les den una medalla y que se vayan”. El grito se utilizaba cuando se pretendía que un rector demasiado dócil con el franquismo –a nuestro juicio de jóvenes rebeldes- fuera más firme ante las continuas amenazas de los gobernadores civiles de meternos a los “grises” en el templo sagrado del conocimiento para que nos molieran a palos, algo que sucedía raramente pero que sucedió, yo tuve que aguantar y huir, acojonado, de una de esas invasiones en las que los guardias registraban hasta los servicios y sacaban al personal de allí a mamporrazo limpio aunque no estuvieran escondidos.

El hecho no es el mismo pero la frase sirve, estoy harto de horas y horas de transmisiones en los medios con las hazañas patrias de los atletas, a mí me gusta que España gane medallas, pero para que otros países nos tengan admiración y respeto, las medallas son más marketing externo y negocio que otra cosa, si bien me alegro por los atletas que las logren como signo de superación personal. Como estamos en el mundo del ejercicio físico –que no mental que cansa más- miden tu importancia por las medallas que consigas, ahí está Eslovaquia que no hace nada era parte de la Yugoslavia de Tito y ahora que va por libre se está cubriendo de gloria.

Anda que no han cambiado nada las olimpiadas desde Grecia hasta aquí. Entonces no había un mercadeo con los ganadores como hoy y los vencedores con una corona de laurel iban que chutan. No había ese dominio de marcas deportivas porque los atletas de Olimpia competían en pelota picada. Grecia supo conciliar la filosofía con el ejercicio y con la guerra, los filósofos eran tenidos tan en cuenta que condenaron a Sócrates a muerte y Aristóteles era el maestro principal de Alejandro Magno quien, por cierto, se tomó la molestia de ir a visitar en Atenas a Diógenes que estaba descansando en su tonel y mandó a hacer gárgaras a quien iba a ser el dueño del mundo conocido, un mundo que se iría a hacer puñetas tras su muerte y sin embargo dos asuntos quedaron ahí para siempre: la importancia del individualismo frente a la vulgar y demagógica igualdad de la que la izquierda se ha apoderado y la huella griega y macedonia que llega hasta nosotros.

Pararse un buen rato a escuchar por la radio o la TV los juegos olímpicos es una locura, parece que los locutores son ellos mismos los que corren, sólo les falta tirarse al ruedo y besar en los morros a los competidores españoles, supongo que eso le gusta al personal que los sigue, por lo general fieles vasallos de esta sociedad del ejercicio en la que si no vas al gimnasio, caminas, sacas al perro a defecar y a miccionar y de camino lo acompañas y haces ejercicio tú también, eres un apestado, alguien que lleva inscrito en la frente: muerte inminente por ictus, ataque cardiaco, diabetes o aburrimiento.

Las retransmisiones de los juegos olímpicos tienen, no obbbssstante, una enorme utilidad. Basta con apagarlas tras escucharlas en su totalidad –si se resisten- o en parte, para saber el enorme valor que tiene el silencio y la tranquilidad. Y, total, retransmiten con tanta intensidad que no hace falta hacer ejercicio, esas palabras apasionantes y apasionadas, encendidas, patrióticas, te han llenado de energía (positiva, dirían los cursis) y te han bajado el colesterol y el azúcar.