Los medios y los días

El alcalde no cobra mucho

Image
16 oct 2021 / 04:00 h - Actualizado: 16 oct 2021 / 04:00 h.
"Los medios y los días"
  • El alcalde no cobra mucho

Me dice Diario de Sevilla que el alcalde hispalense, Juan Espadas, está “en el 'top 10' de los regidores que más cobraron en 2020”. Y añade que “fue el séptimo mejor pagado, con 86.359 euros” y que “Encabezan la lista el de Madrid (108.517) y la de Barcelona (100.000). El presidente del Gobierno percibió 84.845 euros anuales”. La pregunta es: ¿mucho?, ¿poco?, ¿normal? Yo creo que como mínimo normal, aunque me inclino a decir que no cobra mucho el alcalde, que debería cobrar más, él y los otros, señor Martínez-Almeida, señora Colau y señor Sánchez. Me imagino que será un sueldo bruto, por tanto, más a mi favor. Sobre todo debe cobrar más el presidente Sánchez.

¿En qué me baso? En lo que deben soportar estas personas día a día y noche a noche. Es verdad que nadie los obliga a castigarnos y a castigarse, a alegrarnos y a alegrarse, y que “sarna con gusto no pica”, pero ya que están ahí, sean estos u otros porque alguien tiene que estar ahí, voy a suponer que estas criaturitas tienen su corazoncito. Si lo tienen, vamos a comparar: ¿cuántos problemas se le acumulan a usted en su mente y lo tienen en vilo? Pues ellos pueden tener los mismos que usted más lo que digan de ellos millones de personas fuera y dentro de España, sobre todo de Sánchez al que deben estar pitándole los oídos todo el día. Ya sé que el tío tiene unas espaldas como la esplanada de una basílica y una mollera resistente como un coco y además controla medios de comunicación leales, pero enfrente dispara una batería que no cesa y que lo culpa de todo y hasta Biden lo ha colocado en su lista negra, lo cual para mí sería un honor no tener que verle la cara a ese hipócrita simplón e ignorante. Sin embargo, vaya cómo se han puesto sus quintacolumnistas españoles que no sé a quien quieren más, a España o a Spain.

Sólo con el ruido mediático que es más propaganda que periodismo y que más bien parece una guerra civil entre letras, palabras e imágenes que información, formación y entretenimiento, tienen ya el sueldo ganado estos servidores de la patria (bueno y la servidora, que no se me enfade). Si los colegios de periodistas tuvieran la misma fuerza ejecutiva que los de médicos, abogados o arquitectos, la comisión de deontología trabajaría a destajo quitando carnés y prohibiendo ejercer la profesión de forma tan sesgada.

Luego tenemos otro factor: ¿de quién se puede fiar este personal? Hasta Sánchez ha despedido a Redondo que vaya usted a saber lo que ha pasado ahí porque Redondo se aprovecha de que Sánchez no debe ni puede decir nada hasta que no escriba sus memorias, es decir, cuando ya no sirva el asunto de casi nada. ¿Cómo pagarle a Espadas el equilibrismo que ha hecho, hoy estoy con Podemos, hoy con Ciudadanos? ¿Creen que no le habrá quitado horas de sueño? ¿Y las charlas telefónicas y personales con unos y otros para librarse de Susana? ¿Y los esfuerzos últimos que nos cuenta Radio Sevilla que está desarrollando por su ciudad antes de irse a salvar a Andalucía de los fascistas?

Hay varias ocupaciones que obligan a estar ojo avizor y no fiarse de nadie: la de político, la de millonario, la de periodista y la de catedrático. La de político porque hay otros seres alfa siempre detrás de ti moviéndote la poltrona; la de millonario porque van por los millones; la de periodista porque debe contrastar todo lo que oiga, vea y lea; la de catedrático porque recibes falsas alabanzas sin que ni siquiera sepan quién eres y qué has escrito exactamente. El alcalde y los demás están mal pagados, en todo caso, ahora que he dicho millonarios, los muy millonarios tal vez estén demasiado bien pagados porque esos tendrán sus angustias y se lo han currado pero también se garantizan el silencio o ser buenos por naturaleza. Salvo Echenique o Iglesias -que casi todo el mundo se los suele tomar a cachondeo- a ver quién critica de verdad a Ortega o a Roig. Poderoso cabalero sigue siendo don dinero, además de no meterse en líos y tener la habilidad de ganarse a la gente persuadiéndola para que consuma hasta aquello que no precisa.