Son un indicador de la calidad ambiental de nuestras ciudades, en las que nos acompañan desde hace siglos. El gorrión común (Passer domesticus) controla plagas, dispersa semillas y nos recuerda nuestro vínculo con la naturaleza en las asfaltadas y humeantes ciudades. Aunque se trata del ave sedentaria más visible en las ciudades –aunque su número es inferior al del pinzón vulgar–, los últimos estudios indican que está en franco retroceso y ya hay grandes urbes europeas donde casi han desaparecido como es el caso de Londres o Praga. De hecho, el último recuento de la Real Sociedad para la Protección de las Aves de Londres ha contado sólo ocho ejemplares en los jardines de Kensington, mientras que el recuento del año 1925 cifró en 2.603 los gorriones de estos jardines. En España los estudios indican que hay entre un 11 y un 14 por ciento menos de gorriones que en 1998. Para poner énfasis en las causas que están produciendo el retroceso de una especie urbanista como el gorrión común, la Sociedad Española de Ornitología lo ha elegido ave del año 2016.
Tanto ha acompañado el gorrión al ser humano que hasta se cuenta que colonizó el continente americano más rápidamente que los primeros europeos con los que llegaron. En efecto, el gorrión común se ha adaptado tan bien a los ecosistemas humanos que se cree que nos acompaña desde el Neolítico, cuando se inició la agricultura y la ganadería. También se ha constatado que cuando las actividades humanas cesan los gorriones desaparecen. Así en los pueblos abandonados no hay gorriones. De hecho, el gorrión común se reproduce por toda Europa con la excepción de Islandia y en las montañas septentrionales de Escandinavia, habiéndose calificado su abundancia como «extraordinaria» en toda Eurasia aunque ahora muchos expertos temen que acabe siendo un rara avis en nuestras ciudades a causa de este progresivo y parece que imparable declive de sus poblaciones.
Lo grave es que esta desaparición también se está registrando en las ciudades actuales según se ha contabilizado desde hace 30 años pero que se ha agudizado en los últimos años con disminuciones de millones de ejemplares. Las causas según los expertos son variadas: en las zonas rurales se atribuye al aumento de pesticidas y de cultivos transgénicos; mientras que en las ciudades parece que la principal causa es la contaminación atmosférica. En ambos casos los gorriones además de estar afectados directamente también lo serían indirectamente por la disminución del número de insectos que les impedirían sacar adelante sus crías. El urbanismo moderno y las nuevas prácticas de jardinerías, que no contemplan lugares donde estas aves puedan anidar, terminarían de dar la puntilla a un ave que depende del ser humano y para el que no dejamos sitio en nuestras ciudades.
La manera en la que la SEO/Bird Life escoge el ave del año es muy popular. En esta ocasión más de 2.000 personas han participado en una votación en la que han tenido que elegir entre una terna de tres candidatos, todos ellos con problemas de conservación: gorrión común, sisón y alimoche. A lo largo de este 2016, SEO/BirdLife organizará diferentes acciones para visibilizar la importancia de conservar esta conocida especie en nuestro entorno más cercano y conseguir que el trinar de los gorriones le hagan la competencia al rugir de los motores de las calles.