El árbol y la seguridad de las personas

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26 ago 2022 / 06:58 h - Actualizado: 25 ago 2022 / 11:59 h.
  • El árbol y la seguridad de las personas

El colmo de la palabrería demagógica vino del Ayuntamiento de Sevilla el pasado jueves, cuando tras la orden del Juzgado de paralizar la tala del ficus de la calle San Jacinto, junto a la Iglesia del mismo nombre en Triana, afirmaba “haber tomado las medidas inmediatas por parte de Urbanismo, Parques y Jardines y Policía Municipal, para garantizar la paralización de los trabajos así como la seguridad de las personas”. ¿Qué seguridad? ¿A qué vienen las frases hechas cuando hablamos de cosas serias? El viento huracanado puede producir roturas de ramas, por eso, en esos casos, cerrar los parques garantiza la seguridad de las personas. Pero no se talan los árboles “para prevenir que tal vez pudiera romperse una rama”. Peor aún, porque el ficus ya había sido dejado en el esquelético tronco, sin ramas que por lo tanto no podían romperse caso de que en los próximos meses, pudiera desatarse un huracán. Exagerar adrede, asegurar hacer lo que ya es imposible hacer, prometer lo que es imposible prometer, es mentir. Lamentable y negativa la mentira lanzada desde el Ayuntamiento que invalida toda su actuación anterior, porque la mentira deja sin razón a quien miente con la insana intención de tener razón sin tenerla.

El Ayuntamiento ha dicho un imposible, es decir, una mentira, cuando se ha escudado en “proteger la seguridad de las personas”, en el momento en que ya, tras la tala casi completa, el árbol estaba desprovisto de ramas, por lo que de ninguna manera podría producirse la rotura de alguna. Sin embargo no ha aclarado si se han protegido los muñones con arpillera para evitar la insolación, ni se ha aplicado un mastic a los cortes para prevenir y evitar la pérdida de savia, ni se ha aplicado una película protectora para evitar cualquier ataque exterior en los cortes, zonas más sensibles que han quedado expuestas, ni siquiera se ha confirmado si se ha procedido a regar sus raíces para ayudarle a mantenerse vivo. El Ayuntamiento, después de haber obedecido sumisamente las órdenes de los vecinos inmediatos del ficus y haber procedido a su destrucción sin los estudios preceptivos necesarios que pudieran haber aconsejado la tala y no haber contemplado alguna actuación alternativa que pudiera evitarla, ha sumado más sinrazón después del comunicado ambiguo y confuso sobre cuáles eran las medidas tomadas en obediencia a la orden judicial

El Ayuntamiento se ha lanzado sin red a destruir un ejemplar único, y ha obedecido la orden de arrancarlo porque quitaba vistosidad a la fachada de la iglesia y aunque varias asociaciones y hermandades hayan salido prestas en apoyo del arboricidio, en contra de la inmensa mayoría de vecinos y especialistas de Triana, de Sevilla y hasta de fuera de Sevilla, toda su actuación hasta el momento del auto judicial, incluido el despliegue policial para impedir que alguien pudiera defender al ficus y el derecho a disfrutarlo y lo hecho inmediatamente después, ha sido un despropósito manifiesto, movido únicamente por una prisa muy distante de la seguridad propia en la bondad del despropósito. La misma prisa impresa a la tala, la intensificación del trabajo de última hora en el momento en que se conoció la resolución judicial, aunque aún no se hubiera recibido notificación formal, es prueba de esa prisa injustificada, sólo en persecución de terminar de arrancar el árbol antes de que les llegara la susodicha notificación.

Una vez más el Ayuntamiento, que ya ha demostrado su desprecio a la absorción de carbono con el consiguiente envenamiento del aire, en su obsesión por enterrar dinero de la ciudad en la ampliación del tranvía, actúa contra los intereses de todos los sevillanos y en beneficio de sólo el capricho de una pequeña parte, actitud que sólo puede redundar en su propio descrédito y deslegitimación.