El bien común y el tejido empresarial

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30 jun 2019 / 08:31 h - Actualizado: 29 jun 2019 / 16:33 h.
  • El bien común y el tejido empresarial

El Tejido empresarial, que verdaderamente quiere ayudar a transformar el mundo de manera positiva, tiene claro que la economía es la base del crecimiento, y esto se fomenta desde el compromiso emprendedor.

Las empresas, con los emprendedores que las ponen en marcha, son un verdadero motor de cambio social. Son ellas las que tienen que reflexionar sobre el rol que les está tocando vivir, por cuanto son el canal adecuado para fomentar la dignidad de las personas a través de los puestos de trabajo que pueden generar.

El empresario no es una persona a atacar, es una persona con la que colaborar. Lo importante es que asuma un rol constructivo, para ello es necesario ahondar en el significado de la generación de la riqueza social. La empresa es un motor esencial para afianzar la democracia porque hace intervenir a una serie sujetos que forman parte de la sociedad: las personas, las instituciones y el mercado. Sabe conjugar las personas con la forma y el tiempo presente de un verbo que es esencial para que se pueda dar progreso social, dignificar.

Si el trabajo no es capaz de dignificar, el Tejido Empresarial tiene un grave problema. Por mi parte soy de los que piensa que la tendencia es clara: son conscientes de la enorme responsabilidad que tienen, y están empeñados en trabajar conjuntamente con los responsables políticos y el Tercer Sector en la construcción de un mundo más justo.

La doctrina social de la Iglesia puede ayudar a que esto sea posible, el siguiente texto puede ser un buen referente para ello. "La moderna economía de empresa comporta aspectos positivos, cuya raíz es la libertad de la persona, que se expresa en el campo económico y en otros campos. En efecto, la economía es un sector de la múltiple actividad humana y en ella, como en todos los demás campos, es tan válido el derecho a la libertad como el deber de hacer uso responsable del mismo. Hay, además, diferencias específicas entre estas tendencias de la sociedad moderna y las del pasado incluso reciente. Si en otros tiempos el factor decisivo de la producción era la tierra y luego lo fue el capital, entendido como conjunto masivo de maquinaria y de bienes instrumentales, hoy día el factor decisivo es cada vez más el hombre mismo, es decir, su capacidad de conocimiento, que se pone de manifiesto mediante el saber científico, y su capacidad de organización solidaria, así como la de intuir y satisfacer las necesidades de los demás".

El camino no puede ser otro que el de seguir avanzando en una economía de mercado que potencie al máximo el valor de la dignidad. Lograr que éste se convierta en el objetivo prioritario puede significar que el mundo comienza a cambiar. Ya no será necesaria una emigración fruto de la pobreza y de la desazón de ver que no hay futuro en la tierra en que se ha nacido.

Si el Tejido Empresarial es capaz de entender esto, y de desarrollar proyectos empresariales que tengan como eje esencial este tema, el cambio social será una realidad y se habrá hecho sin conflicto. Una buena parte de los conflictos bélicos existentes en el planeta son el producto de la falta de la dignidad humana. Esto hace que se generen grupos de presión que terminan, en la mayoría de los casos, en guerras; porque, además, cuando se da esta situación existe una sociedad en donde la democracia no es real, sino ficticia y, por tanto, sin arraigo y sin una cultura política basada en las reglas de juego que propone una democracia.

Por esta razón no podemos caer en la trampa de la confrontación, debemos más bien, intentar planificar conjuntamente, entre Tejido Empresarial, Tercer Sector y Clase Política, para poder seguir avanzando en un progreso social y económico. Si esto se alcanza, estaremos logrando ejemplos concretos que podrán ser un referente social en donde todos los sujetos nos sentiremos corresponsables y, por tanto, protagonistas del cambio social. Efectivamente, se necesita, de la voluntad firme y comprometida del Tejido Empresarial.

El avance debe darse en todos los países por igual, solamente de esa manera, lograremos transformar el mundo. Para que esto sea posible hay que tener un objetivo muy claro, éste podría decirse que es que la economía debe de fundamentarse desde el principio de libertad para que los países puedan acceder, de verdad, al libre mercado.

Sin este logro será imposible construir un mundo más justo. Tenemos que buscar, por tanto, el desarrollar el Bien Común. Un texto, de la Doctrina Social de la Iglesia, que nos puede ayudar a ello es el siguiente: "En años recientes se ha afirmado que el desarrollo de los países más pobres dependía del aislamiento del mercado mundial, así como de su confianza exclusiva en las propias fuerzas. La historia reciente ha puesto de manifiesto que los países que se han marginado han experimentado un estancamiento y retroceso; en cambio, han experimentado un desarrollo los países que han logrado introducirse en la interrelación general de las actividades económicas a nivel internacional. Parece, pues, que el mayor problema está en conseguir un acceso equitativo al mercado internacional, fundado no sobre el principio unilateral de la explotación de los recursos naturales, sino sobre la valoración de los recursos humanos".

El párrafo anterior debería de servir como base de reflexión para los integrantes del G-20 que en estos días se ha reunido para tratar de analizar, entre otros temas, el cómo generar mejores condiciones de mercado para que una serie de países no se queden al margen de la economía.

El Tejido Empresarial, en un mundo globalizado como el que tenemos, ya no puede mirar hacia otra parte que no sea, la búsqueda de la dignidad de las personas. Si lo hiciera, y fuera en otra dirección, tendría muy difícil el poder existir. Las sociedades avanzadas democráticamente empiezan a no perdonar a empresarios que dejan a un lado el compromiso social.

El diálogo entre los responsables políticos y el tejido empresarial es una herramienta necesaria para poder articular la legislación más adecuada posible, desde los principios de respeto, de libertad y de libre competencia, en aras de facilitar un marco legal que potencie la riqueza social. Aquí, el Tercer Sector tiene un rol que jugar. El trabajo conjunto siempre posibilitará más posibilidades para la construcción de una sociedad justa y solidaria.

Para que esto sea posible precisamos tener altura de miras, no podemos enfrascarnos en discursos estériles que solamente buscan la confrontación. Tenemos que reconocer que, con la existencia de empresas con Responsabilidad Social, la democracia se afianza. Si una empresa se marca este objetivo habrá comenzado una verdadera revolución, y ésta no es otra que comenzar a potenciar la corresponsabilidad.

Introducir el concepto de corresponsabilidad implica asumir que el Tejido Empresarial junto a los Políticos y al Tercer Sector están llamados a ser, trabajando de manera conjunta, los valedores de un mundo con más dignidad. Por esta razón la economía y el libre mercado deben mirar siempre al logro de la dignificación de cada persona y de la sociedad. Traigo aquí otro texto de los documentos que dan cuerpo a la Doctrina Social de la Iglesia, por entender que nos sitúa en el significado del término corresponsabilidad. "Da la impresión de que, tanto a nivel de naciones, como de relaciones internacionales, el libre mercado es el instrumento más eficaz para colocar los recursos y responder eficazmente a las necesidades. Sin embargo, esto vale sólo para aquellas necesidades que son «solventables», con poder adquisitivo, y para aquellos recursos que son «vendibles», esto es, capaces de alcanzar un precio conveniente. Pero existen numerosas necesidades humanas que no tienen salida en el mercado. Es un estricto deber de justicia y de verdad impedir que queden sin satisfacer las necesidades humanas fundamentales y que perezcan los hombres oprimidos por ellas. Además, es preciso que se ayude a estos hombres necesitados a conseguir los conocimientos, a entrar en el círculo de las interrelaciones, a desarrollar sus aptitudes para poder valorar mejor sus capacidades y recursos. Por encima de la lógica de los intercambios a base de los parámetros y de sus formas justas, existe algo que es debido al hombre porque es hombre, en virtud de su eminente dignidad. Este algo debido conlleva inseparablemente la posibilidad de sobrevivir y de participar activamente en el bien común de la humanidad".

Nos hallamos ante un reto aceptando la corresponsabilidad, por cuanto nos percatamos que somos protagonistas de un cambio social. Un cambio que busca potenciar la dignificación; pero también la construcción de un mundo más justo y solidario. Al Tejido Empresarial le corresponde un rol que he tratado de exponer a lo largo de este artículo. A nosotros también nos incumbe, por cuanto debemos empeñarnos en buscar soluciones conjuntas que eviten la confrontación, y generen el marco más adecuado para hacer que la economía cumpla con el objetivo de ayudar a construir sociedades con riqueza social. La riqueza social supera el concepto de riqueza económica por cuanto ubica a la persona en el centro de la economía.

La próxima semana reflexionaré sobre Bien Común y Sociedad - 7 de julio- para terminar a la siguiente -14 de julio- con la presentación de un proyecto que recogerá lo escrito desde el 10 de junio y que llevará como título: La implicación social de un Proyecto Innovador.

David López Royo

Sociólogo