La Gazapera

El camposanto más flamenco del mundo

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
31 oct 2020 / 09:38 h - Actualizado: 31 oct 2020 / 22:52 h.
"La Gazapera"
  • El camposanto más flamenco del mundo

Cada año, el Día de los Difuntos suelo ir al Cementerio de San Fernando de Sevilla a hacerles una visita a los artistas flamencos que fueron enterrados en el camposanto más flamenco del mundo. He investigado tanto en el archivo, sobre todo a los artistas del XIX, que voy andando y voy viendo a Silverio, el Canario de Álora, Manuel Torres, José Rebollo, Paco Mazaco, Manuel Vallejo, la Niña de los Peines, su hermano Tomás, el Carbonerillo o el Niño Ricardo. De muy pocos quedan ya restos, lo que me parece un atentando cultural. Hasta hace unos años se pensaba que los restos de Tomás Pavón, el genio del cante sevillano, se quemaron pero no es verdad: están en el panteón familiar de los Pavón, con Pastora, Pepe Pinto, los padres de la Emperadora del Cante y la mujer de Tomás, Reyes Bermúdez Camacho, hija del cantaor Antonio el Baboso.

Un día alguien me dijo que Tomás estaba enterrado en una tumba de mármol blanco que está justo al lado de la de Pastora y el Pinto, primera calle de la izquierda, donde están Juan Belmonte y el Espartero. La de charlas que tuve con Tomás, uno mis ídolos, hasta que un día me dijeron desde la Casa de Alba que esa tumba era de ellos y que estaba vacía. Al parecer estaba ahí para que albergara algún día a la Duquesa de Alba, doña Cayetana, gran amante del flamenco y admiradora del arte del Pinto y Pastora. Fue entonces cuando supe que Tomás estaba en la misma tumba que su hermana, sus padres, su esposa y su cuñado Pepe. Y me encargué de hablar con la Federación de Peñas Flamencas de Sevilla para que se le pusiera una placa de mármol y que se supiera que allí estaban los restos del genio, que murió el 2 de julio de 1952. Justamente cuarenta años antes que Camarón.

Cerca de Pastora y Tomás, pero a la derecha, en un osario, está Manuel Vega García El Carbonerilla, que murió tuberculoso el 6 de abril de 1937, en plena Guerra Civil española y a la edad de 31 años. “Tus sobrinos no te olvidan”, reza en la pequeña lápida. No tuvo hijos, al menos que se sepa, solo fandangos, soleares, seguiriyas y unas colombianas a compás, que te mataban.

Antes de llegar al impresionante Cristo de Susillo, a la derecha, está Arturo Pavón Cruz, el hermano mayor de la Niña de los Peines y Tomás, que murió en 1959. Está enterrado con su hija Pastora, muerta en la flor de la vida y guapa como ella sola. En realidad se llamó José Ángel, pero a su padre, El Paíti, le gustaban las novelas sobre el Rey Arturo y de tanto decirle Arturito, se le quedó Arturo. Cosa de los gitanos.

En la otra parte está el Niño Ricardo, el genial guitarrista sevillano, que falleció en 1972. En su tumba hay una guitarra con las cuerdas rotas y dicen que las abejas crearon un rico panal y que en verano, con el calor, caían hilos de miel sobre las manos del maestro de maestros de la sonanta. La de charlas que hemos tenido Ricardo y yo sobre la guitarra y sus amores, porque don Manuel Serrapí Sánchez era un galán.

Antes de salir del camposanto siempre busco a Farruco y Chocolate, los dos grandes genios y amigos míos, que jamás olvidaré. Y a veces visito a Gabriela Ortega Feria, la madre de Joselito y Rafael el Gallo, para que me cuente una vez más cómo fue aquello de que la raptara el Gallo en 1882 y se la llevara a Madrid porque los Ortega de Cádiz no querían darle a la niña bonita de Enrique el Gordo, el matarife de Cádiz. Qué de historias, y Canal Sur con Juan Y Medio.

En Madrid murió Granero

y en Sevilla Valerito.

Y en Talavera la Reina

mató un toro a Joselito,

qué doló de la Gabriela.

Qué solos se quedan los muertos. Sobre todo este año, que no podré ir a darles los buenos días y a contarles lo mal que está esto del arte últimamente, desde que salió Rosalía.