El coronavirus y el más allá

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05 abr 2020 / 10:00 h - Actualizado: 04 abr 2020 / 22:04 h.
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No podemos escuchar a la muerte aunque sabemos que está aquí, con nosotros, sobre nuestras espaldas. En realidad, siempre está aunque no lo queremos pensar ni admitir. Pero, ahora, sabemos que nos habla en los mismos micrófonos en los que médicos y militares nos quieren entregar un puñado de esperanza, sabemos que está pegada a una bolsa de plástico, a la barra del autobús, sabemos que nos puede llegar al tocarnos la cara. No podemos escuchar a la muerte aunque la sentimos con exactitud. Pesa, raspa, deja un aroma espeso como espesas son las sombras.

El más allá se está imponiendo a la realidad. La gente sueña con todo tipo de desastres apocalípticos, la imaginación nos lleva al borde las tumbas, la fantasía se abre paso con un hacha en la mano. Todo se tiñe de un negro brillante que atrapa los sentidos.

Sin embargo, no podemos dejar que las cosas nos lleven más allá del más acá. Seguimos vivos, sufriendo, pero con las posibilidades intactas. Mejoraremos, saldremos adelante, seremos felices, podremos ver crecer a nuestros hijos, estaremos aquí durante el tiempo necesario para cumplir con nuestra misión que no es otra que dejar un mundo mejor. Y seguiremos cargando con la muerte a cuestas porque eso es parte de la vida, seguramente lo que la hace más importante. Sin la muerte la vida sería una pequeñez.

De momento no hemos pasado la frontera que nos separa del más allá. Y, por ello, estamos obligados a seguir buscando lo mejor de los que somos, no podemos ceder ante la adversidad. El más allá puede esperar. El más acá nos necesita en pie de guerra contra el dichoso coronavirus.