El Cuerno de África se muere por el hambre y por las balas

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29 sep 2022 / 15:20 h - Actualizado: 29 sep 2022 / 15:22 h.
  • El Cuerno de África se muere por el hambre y por las balas

Ante la indiferencia mundial más rancia, en el Cuerno de África se está produciendo la mayor tragedia de esta “tercera guerra mundial en pedazos” como la define el Papa, culpa de tres flagelos concentrados ahí como en ningún otro lugar del planeta.

Enfermedades letales -porque allí no se detecta el Covid y se considera un mal menor- a las que se añade la pobreza y la falta de acceso a medicamentos y cuidados médicos. El hambre allí se ha convertido en hambruna a causa de cuatro años de cosechas perdidas y por la sequía debida al cambio climático.

No olvido los conflictos bélicos como la guerra civil en Somalia entre terroristas yihadistas de al-Shabab y las autoridades nacionales o el conflicto del Tigrai que se reanudó el 24 de agosto entre el gobierno central y los gobiernos locales, responsables de medio siglo de retroceso en las condiciones de vida de los habitantes sometidos durante un año al bloqueo de los servicios esenciales y la ayuda humanitaria, las olas de violencia que están sufriendo las poblaciones del norte de Etiopía con violaciones masivas, masacres de civiles indefensos, destrucción de hospitales y escuelas, bombardeos indiscriminados por drones.

En Europa se habla de que un conflicto nuclear provocado por Rusia ponga en peligro a la humanidad; sin embargo, es insoportable -o debería serlo- que se ignore lo que está sucediendo en el Cuerno de África donde multitudes de seres humanos corren un peligro atroz; casi veinte millones de personas entre Etiopía, Eritrea y Somalia. Miles de ancianos y especialmente niños menores de cinco años ya están muriendo de hambre en sus casas y en la calle, según han declarado organizaciones humanitarias internacionales vinculadas a la ONU como la FAO o la OMS.

¿Y nadie puede detener el desastre? Los flujos migratorios descontrolados que engordan a los traficantes y nos atemorizan a los europeos, nacen allí en esa franja oriental del gran continente donde viven desde hace décadas con una desproporcionada inestabilidad y constantes conflictos que asfixian el enorme potencial de desarrollo. En esta área, las consecuencias de la guerra en Ucrania fueron particularmente graves porque la dependencia rusa y ucraniana del trigo y los fertilizantes era máxima y la comunidad internacional miró para otra parte.

La responsabilidad del desastre en el Cuerno de África recae sobre muchos. En primer lugar, sobre las potencias del Golfo, la Turquía, China, Rusia y EE. UU., que compiten por el control de las prósperas rutas comerciales del Mar Rojo y los recursos naturales en un constante tira y afloja y vetos cruzados en las mesas de negociaciones y en la ONU.

La guerra sigue siendo un negocio para estos países productores y vendedores de armas. También cabe destacar la corrupción y la incapacidad de la clase dirigente local para superar las divisiones étnicas y de clanes.

El Cuerno de África se muere por el hambre y por las balas ante nuestra impotencia o nuestra indiferencia. Se trata de seres humanos como tu y como yo.