Viéndolas venir

El cumpleaños (y el santo) de Lorca

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Álvaro Romero @aromerobernal1
05 jun 2022 / 12:23 h - Actualizado: 05 jun 2022 / 12:38 h.
"Viéndolas venir"
  • El cumpleaños (y el santo) de Lorca

Estoy trabajando con las letras, como todas las mañanas de domingo, y de repente me acuerdo de que un día como este, un 5 de junio -del mismo año en que este país iba a dejar definitivamente de ser un imperio- nació el poeta que estaba llamado a globalizar como ningún otro la literatura española. Se llamaba Federico García Lorca, y tuvo tanta empatía con los más débiles –los gitanos de entonces, las mujeres, los negros de aquella época, los niños, sus homosexuales contemporáneos, los viejos visionarios- que hasta su sangre derramada se volvió transparente para la Historia. La historia de los últimos 124 años, los que cumpliría en cuerpo o alma el poeta y dramaturgo de no haber sido asesinado a los 38, tiene tantos matices en la contemporaneidad de este particular país nuestro, que merece la pena analizar el profundo sentido profético del autor del Romancero gitano.

Federico nació un cinco de junio, y mucho más tarde se obsesionó con las cinco de la tarde hasta convertirla en el estribillo de la mayor elegía que se ha escrito en español, la que él le dedicó a aquel atípico torero sevillano, Ignacio Sánchez Mejías, que posibilitó con su generosidad el nacimiento de la Generación del 27. Cuando acababa de cumplir 24 años, se entusiasmó hasta tal punto con la idea de Miguel Cerón y Manuel de Falla de organizar un primer concurso de cante jondo en Granada, que terminó contribuyendo definitivamente –también con sus conferencias- a la dignificación de un arte tan universal que aquí teníamos escondido en los últimos rincones de las tabernas.

Hoy es su cumpleaños y yo me acuerdo de su santo, porque el día de San Federico, el 18 de julio, fue cuando este país se partió definitivamente por la mitad. Y ese día de 1936, el día del golpe de los fascistas que todavía hoy se enorgullecen, el autor de La casa de Bernarda Alba no quiso continuar con los preparativos de un viaje a México donde hubiera triunfado con su último drama lo mismo que lo había hecho en Argentina con Bodas de sangre, sino que prefirió venirse a su Granada para celebrar en familia la onomástica que había heredado de su padre. Las cosas de un andaluz universal. Solo un mes después, la historia le daría motivos al maestro Antonio Machado para escribir: “El pelotón de verdugos / no osó mirarle la cara. / Todos cerraron los ojos; / rezaron: ¡ni Dios te salva! / Muerto cayó Federico / -sangre en la frente y plomo en las entrañas- /... Que fue en Granada el crimen / sabed -¡pobre Granada!-, en su Granada”.