A partir del próximo día 26 de junio de 2021 podremos pasear por las calles sin mascarilla. Parece ser que el Consejo de Ministros se reunirá para que la medida se pueda llevar a cabo ese sábado.
Ahora ya es seguro que los indultos a los políticos sediciosos catalanes están al caer. Si hay algo sencillo es ocultar un desastre o una noticia que pueda generar una corriente de opinión contraria a la oficial; y eso se consigue con una noticia fabulosa. Y en España esto se multiplica por mil. ¡Tomad mascarillas y olvidad los indultos! Es como si ya le escuchase decir eso a Sánchez. Y muchos tragando porque lo dice el gran líder o porque, sencillamente, eso fastidia a otros.
Las malas noticias abundan. Las buenas escasean. La importancia que se dan a algunas de esas noticas fatales es nula (ya no sabemos ni cuánta gente muere por Covid-19 cada día). La importancia que se le da a noticias entre buenas y muy buenas es absoluta. Queremos ser felices y cualquier cosita nos sirve para conseguirlo.
El 26 de junio diremos adiós a las mascarillas, pero no al SARS-CoV-2, ni a los enfermos de Covid-19 que están ingresados en las plantas y UCI’s de los hospitales de todo el mundo, ni a los muertos que sigue provocando el coronavirus. El día 26 de junio diremos adiós a las mascarillas en exteriores aunque seguiremos cargando con un número de muertes por Covid-19 desesperante y un número de nacimientos ridículos. Desde la Guerra Civil no se veía una cosa igual. No nacen niños y se nos mueren los mayores. El día 26 caerá un símbolo que representa el peligro aunque, también, la capacidad de superación, el esfuerzo y el compromiso con las sociedades, un símbolo universal que se hace añicos y que ya servirá de poco.
Estoy deseando pasear sin mascarilla. Estoy deseando que se siga llevando en el bus o en el metro por siempre jamás.
Pues eso, mascarillas fuera, presos catalanes fuera, malas noticias fuera... Un mundo ideal.