La Tostá

El día que se fue Pepito El Pinto

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
07 oct 2019 / 08:40 h - Actualizado: 07 oct 2019 / 08:48 h.
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  • La Niña de los Peines entre su hermano Tomás (a la izquierda) y Pepe Pinto, su esposo. / El Correo
    La Niña de los Peines entre su hermano Tomás (a la izquierda) y Pepe Pinto, su esposo. / El Correo

Tal día como hoy, de 1969, era enterrado en Sevilla, su ciudad natal, el popular cantaor macareno Pepe Pinto. Hace, pues, medio siglo. No creo que haya habido un cantaor tan sevillano como él y no porque fuera el esposo de la Niña de los Peines, sino porque fue primero un niño prodigio del cante, cuando le decían Pepito El Pinto, y durante el resto de su vida un cantaor tan grande como la catedral de Sevilla. Macareno de pura cepa, porque era de la calle Monedero, paralela a Torrijiano, que es donde está la Peña Torres Macarena. Eso es la Macarena y no todo lo que hay desde la Alameda hasta Don Fadrique. Era un arrabal con tres o cuatro calles en el que nacieron otros artistas y empresarios del flamenco, como El Burrero, El Colorao o Teresita España. Y ese barrio tan pequeño e universal, vino al mundo El Pinto el 22 de julio en 1903, hijo de Carmen Garzón Pinto, La Pinta, y de un modesto agricultor, José Torres Sánchez, quien tuvo una huerta cerca del Cementerio de San Fernando y se dedicaba a la producción de verduras y frutas.

De esta pareja nació Pepito, quien de niño trabajó en el Bar Plata, que aún existe y que está frente al Arco, esquina con Don Fadrique. Ese bar era paradero de artistas y no era raro ver por allí a Manuel Torres, El Colorao, La Moreno, Tomás Pavón o el Niño Medina. Tanto ambiente flamenco había, que el Niño de la Pinta, como le decían también, salió cantaor. Él y El Carbonerillo, el cantaor de la calle Sol, aunque criado en la Macarena, revolucionaron el fandanguillo en las dos primeras décadas del siglo XX, sin olvidarnos del Niño de Marchena. Pero el Pinto se sintió también atraído por el juego y se hizo croupier, llegando a ser un verdadero crack. Como ganaba mucho dinero, se olvidó un poco del cante y se dedicó a trabajar en casinos, hasta que en 1923, Primo de Rivera los prohibió y fue cuando el cantaor macareno decidió dedicarse en serio al cante, grabando sus primeros discos con otro sevillano universal, el Niño Ricardo, y entrando a formar parte de los espectaculares carteles de la Ópera Flamenca, etapa que duró desde 1925 hasta 1955, treinta años de oro en la historia del género musical andaluz.

En 1933 se casó con la Niña de los Peines en la Parroquia de San Gil y estuvo unido a la artista hasta su muerte, treinta y seis años. Aquel 6 de octubre de 1969 se recordará siempre en Sevilla como el día en que se fue uno de los grandes del cante. No solo era un cantaor grande, sino un hombre popular, simpático y buena gente, querido por el pueblo. Y enamorado de la Niña de los Peines hasta las trancas. Tan enamorado que viéndola desmemoriada en una cama, desvariando y en los huesos, se castigó el hígado de una manera tremenda para irse antes que ella, y lo logró. Pastora también murió en 1969, el 26 de noviembre, y descansan los dos en el mausoleo familiar del Cementerio de San Fernando de Sevilla, al lado de Juan Belmonte y de El Espartero, cerca de Gabriela Ortega y del impresionante panteón de Joselito.

A lo mejor algún día, Sevilla se entera de lo importante que fue Pepe Pinto y le ponen un busto en la Macarena o en la Campana, donde tuvo su célebre bar, el Bar Pinto, paradero de artistas, que hoy es un despacho de Lotería regentado por Pepe, uno de los nietos de Pastora Pavón. Mientras llega ese reconocimiento, disfruten de sus discos, porque fue un genio.