La economía es necesaria porque hace posible que las personas podamos tener bienes y servicios. Se puede convertir en algo negativo si la persona que la utiliza no tiene como objetivo generar una riqueza positiva y coherente; desde mi punto de vista si no establece el cauce necesario para lograr riqueza social. Creo que la mayoría de los empresarios lo que pretenden es precisamente esto último. Lo podemos comprobar en las diferentes intervenciones realizadas por emprendedores empresariales, cada empresario debe de ser un emprendedor, en el reciente encuentro desarrollado por el Instituto de la Empresa Familiar en Valencia.
En una entrevista reciente que me hacían en el diario digital EmpreasON.com hago referencia a que las empresas son un bien necesario y preciso porque de manera responsable pagan impuestos que nos ayudan a todos a tener mayor calidad de vida; pero, además, generan puestos de trabajo, y trabajar dignifica a las personas. (1)
La economía nos ayuda a establecer parámetros sociales que fomentan las relaciones entre los pueblos. La economía no es mala per se, ya que juega un papel fundamental en el desarrollo de los servicios a las personas. Así podemos tener educación, sanidad, servicios sociales, infraestructuras y un medio ambiente mejor cuidado.
Deberíamos estar muy preocupados cuando hay políticos que lo que tratan de transmitir es que la economía es la causante de todos los males y que nos tienen que obligar a pagar impuestos, encargándose de trasladar a la opinión publica que es una herramienta u organización social que hay que suprimir o cuanto menos someter el poder político. Las consecuencias de los países que se han dejado llevar por este discurso son palpables y evidentes.
La economía es una herramienta muy eficaz para ayudar a repartir la riqueza existente en el mundo; pero para ello es necesario que tenga como objetivo el ahondar en la generación de la riqueza social. Esto significa que no vale que sirva de manera exclusiva para que unos pocos se transformen en los dueños del universo. Esto invita al establecimiento de movimientos populistas de diverso signo que, al final, terminan dañando a las personas.
Hoy la mayoría de las empresas se han percatado que la dimensión social es un eje fundamental para alcanzar un mayor nivel de bienestar social. Las empresas del futuro serán aquéllas que entiendan que el mundo está cambiando y, por lo tanto, su presencia y su vocación tendrán que estar orientadas a fomentar riqueza social. “Toda realidad y actividad humana, si se vive en el horizonte de una ética adecuada, es decir, respetando la dignidad humana y orientándose al bien común, es positiva. Esto se aplica a todas las instituciones que genera la dimensión social humana y también a los mercados, a todos los niveles, incluyendo los financieros. A este respecto cabe señalar que incluso aquellos sistemas que dan vida a los mercados, más que basarse en dinámicas anónimas, elaboradas por tecnologías cada vez más sofisticadas, se sustentan en relaciones, que no podrían establecerse sin la participación de la libertad de los individuos. Resulta claro entonces que la misma economía, como cualquier otra esfera humana, tiene necesidad de la ética para su correcto funcionamiento; no de una ética cualquiera, sino de una ética amiga de la persona”. (2)
Es preciso revindicar que el tejido empresarial tiene una fuerte vocación social. Desde mi punto de vista es una herramienta esencial para ayudar a resolver muchos de los problemas existentes en el mundo. Es necesario avanzar en una cultura nueva empresarial que fomente la responsabilidad social corporativa, no como una moda sino como parte esencial del motor empresarial. El éxito empresarial debe de estar ligado al fomento de puestos de trabajo dignos porque generar trabajo significa crecer en dignidad humana, con el valor añadido de poner en circulación un consumo que, además, ha de ser responsable. A través del trabajo las personas podemos realizarnos y, si esto se hace posible, nuestra dimensión de vida será mucho más positiva y comprometida. Una vez más aparece la necesidad de establecer una relación entre las personas que nos ayuden a todos a ser auténticos y solidarios. El trabajo es una potencial palanca de solidaridad.
Si creemos que el éxito de la economía debe de ser el apoyar la visión de la riqueza social en cada una de las empresas existentes esto afianzará el futuro de estas organizaciones. Os propongo para ello hacer nuestras las palabras de Juan Carlos Cubeiro: “Es esencial una visión de futuro para conseguir el éxito. Si tenemos claridad de objetivos y somos lo suficientemente perseverantes, muy probablemente lograremos lo que nos proponemos”
El Papa Benedicto XVI nos señala con claridad el camino para generar riqueza social: “Las actuales dinámicas económicas internacionales, caracterizadas por graves distorsiones y disfunciones, requieren también cambios profundos en el modo de entender la empresa. Antiguas modalidades de la vida empresarial van desapareciendo, mientras otras más prometedoras se perfilan en el horizonte. Uno de los mayores riesgos es sin duda que la empresa responda casi exclusivamente a las expectativas de los inversores en detrimento de su dimensión social. Debido a su continuo crecimiento y a la necesidad de mayores capitales, cada vez son menos las empresas que dependen de un único empresario estable que se sienta responsable a largo plazo, y no sólo por poco tiempo, de la vida y los resultados de su empresa, y cada vez son menos las empresas que dependen de un único territorio. Además, la llamada deslocalización de la actividad productiva puede atenuar en el empresario el sentido de responsabilidad respecto a los interesados, como los trabajadores, los proveedores, los consumidores, así como al medio ambiente y a la sociedad más amplia que lo rodea, en favor de los accionistas, que no están sujetos a un espacio concreto y gozan por tanto de una extraordinaria movilidad. El mercado internacional de los capitales, en efecto, ofrece hoy una gran libertad de acción. Sin embargo, también es verdad que se está extendiendo la conciencia de la necesidad de una «responsabilidad social» más amplia de la empresa”. (3)
Tengo la convicción de que no podemos renunciar, los directivos de las empresas, a emprender el reto de construir un proyecto empresarial basado en la generación de la riqueza social. Habría que empezar instaurando en los Consejos de Administración de las Empresas la figura de un Consejero Independiente que tuviera el apellido de Consejero Responsable de la Riqueza Social, este concepto va mucho más lejos de la Responsabilidad Social Corporativa.
Una empresa es, ante todo, una organización con una fuerte vocación social; no dejemos que los políticos de turno nos digan qué es lo que tenemos que ser y, mucho menos, que nos presenten ante la opinión publica como los causantes de los males de este mundo, algo tendrán que ver también ellos. Lo que conviene es tener una visión de trabajar conjuntamente porque empresarios, políticos y trabajadores estamos llamados a construir un mundo de futuro en donde todos nos podamos sentir parte de una sociedad que basa su economía en la generación de riqueza social.
La próxima semana reflexionaré sobre desarrollo, globalización y bien común, “en una sociedad en vías de globalización, el bien común y el esfuerzo por él, han de abarcar necesariamente a toda la familia humana, es decir, a la comunidad de los pueblos y naciones, dando así forma de unidad y de paz a la ciudad del hombre, y haciéndola en cierta medida una anticipación que prefigura la ciudad de Dios sin barreras” Caritas in Veritate
(2) Oeconomicae et pecuniariae quaestiones.
(3) Caritas in Veritate.