El estrés de las videollamadas

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01 ago 2022 / 08:14 h - Actualizado: 01 ago 2022 / 08:20 h.
"Comunicación","WhatsApp","Teletrabajo"
  • El estrés de las videollamadas

El teletrabajo o las reuniones por video, van camino de volverse tan usuales como el uso del WhatsApp.

Emergieron a raíz del confinamiento y las limitaciones de movimientos de la epidemia. La tecnología consiguió en nada de tiempo que no hubiese fallos de conexión, ni lentitud al recibir imagen y sonido, y de la noche a la mañana, interiorizamos como un hábito más las videoconferencias.

No sabemos cómo pueden afectar a los órganos de nuestros sentidos, o al propio funcionamiento del cerebro las innovaciones tecnológicas, cuando sin preguntarnos más, las incorporamos en nada de tiempo y realizamos un uso tan masivo.

En primer lugar, aumentan mucho el contacto visual. La mirada es una poderosa arma de comunicación humana. Desde lo que llaman el cerebro reptiliano, el que nos advierte y capta estímulos de los que no somos ni conscientes, el blanco de los ojos, la cantidad de esclerótica blanca del interlocutor, que se muestra nos manda señales importantísimas, principalmente de alerta. En una video, no sucede como en una entrevista cara a cara, no podemos desparramar la vista, y nos centramos y focalizamos en la mirada del otro, una enorme cantidad de tiempo.

Esto al fin acaba produciendo fatiga, estrés, tensión. El lenguaje no verbal, que apreciamos al mirar tanto tiempo un rostro, influye aunque no lo notemos.

Se sobrepasan, como sucede cuando vamos en un ascensor, las medidas de contacto proximidad e intimidad que estamos habituados a tolerar. Tendemos a apartar la mirada de las caras de los demás y rectificamos cuando notamos que no queda bien. Por la colocación normal de las cámaras, las caras de los participantes suelen mostrarse muy próximas, distancia que solo estamos habituados a tolerar en relaciones íntimas.

Cuando son varios participes, también se miran todos fijamente, y esto no sucede en una sala de juntas o en una reunión física o real, donde tenemos a algunos de frente, de perfil o de escorzos laterales.. Y no digamos ya si uno no interviene nunca en una de estas videos. Lo que en el mundo físico puede pasar desapercibido, en el virtual capta toda la atención hasta la alarma.

Tal vez acabemos colocando las cámaras en posiciones de mayor distancia o diferente ángulo, o el metaverso proporcione formatos tridimensionales que reproduzcan reuniones con un avatar con aspecto igual al real, quien sabe, en aras de rebajar la tensión de la visión cercana frontal.

La verdad es que tal cual se ven ahora, esto es como ir con un espejo de mano en el trabajo porque incluso hemos descubierto gestos, o movimientos faciales involuntarios nuestros, que no habíamos visto antes, pero que nuestra pantalla nos ha presentado como nuevos.

Reconozco que son muy positivas, y que a muchos nos ha venido Dios a ver con este invento, que nos ha evitado desplazamientos, y pérdidas de tiempo, ventajas muy positivas y cómodas, pero no me negarán que el asunto tiene sus particularidades, y se presta un poco a modificar algo los hábitos, o lo que llaman la interfaz de las aplicaciones para aliviar un poco la tensión.