Cuaresma 2023

El fin último

Image
24 feb 2023 / 04:00 h - Actualizado: 24 feb 2023 / 04:00 h.
"Cuaresma","Cuaresma 2023"
  • El fin último

Muchas veces perdemos la perspectiva de las cosas. Nos enredamos tanto en tantas cuestiones, que nos alejamos de lo fundamental, del objetivo que queremos alcanzar. El fin último es aquel a cuya consecución se dirigen la intención y los medios, y aunque éstos puedan ser buenos y perseguir nobles causas, no deben ser queridos ni pretendidos por sí mismos, sino como cauces para la consecución de ese fin.

Esta dualidad de fines y medios nos la enseña la Iglesia claramente y lo hace palpable, por ejemplo, en la limosna, que junto con el ayuno y la oración es uno de los pilares de la Cuaresma. El fin de la limosna no es el mero hecho de darla, que es bueno, solidario, humanitario y cuantos adjetivos favorables le queramos poner, pero desde un punto de vista cristiano, es un acto de amor que nos mueve a la renuncia voluntaria de nuestros bienes. La limosna es un signo de compasión, es un hacer justicia en nombre de Dios a quienes no se la hacen los hombres. No es dar, sino darse. Es compartir con Cristo sufriente presente en nuestros hermanos más necesitados. En definitiva y en palabras mucho más sabias de San Pablo: “podría repartir en limosna todo lo que tengo... si no tengo amor de nada me sirve”. Una Caridad sin amor es mera filantropía. El amor a Dios y al prójimo como fin, la limosna como medio de conversión.

En el ámbito estrictamente cofrade, traigo a colación las declaraciones que hace pocos días leía de un prelado andaluz, el cual observaba la abundante participación de un grupo de hermanos a la hora del montaje de un altar de cultos, y llamaba la atención sobre la poca participación después en los mismos. El altar por sí mismo es una alabanza a Dios para su mayor honra y gloria. Su belleza, visible por nuestros ojos, nos puede llegar al alma, pero su finalidad no es otra que el culto al Señor y a su bendita Madre.

En el mismo sentido, hago un examen de conciencia ahora que estamos empezando la Cuaresma, y tengo que reconocer que a veces usamos muchos medios, que no se corresponden con la finalidad que quieren alcanzar. Me viene a la mente la cantidad de Vía Crucis que nuestras Hermandades organizan por las calles. Cada una se afana por organizar al detalle todos los aspectos de estos actos piadosos, y los hermanos acuden al mismo, incluso en largas filas de cirios acompañando a su Titular. La realidad es que por masificación, por lejanía al punto desde donde se dirige la oración, o por otros motivos, como la imposibilidad física de los mayores en estar de pie y andando durante demasiado tiempo, no se puede seguir el rezo de las distintas estaciones. Acompañamos, nos sentimos partícipes como hermanos del acto que se celebra, rezamos alguna oración, pero siendo honestos y haciendo autocrítica, no podemos decir que vayamos a rezar el Vía Crucis. Mucho más sucede si somos meros espectadores congregados para ver pasar el cortejo. Salimos a su encuentro, vemos la imagen pasar y en el mejor de los casos nuestra ubicación coincide con el rezo de una Estación. No hay nada malo en ello, presenciar la imagen de Nuestro Señor bendiciéndonos con su presencia, musitar un Padre nuestro, ser testigos directos de este acto sagrado, es algo que nos acerca a Dios, pero el propio modelo de rezarlo por la calle impide que gran cantidad de hermanos y el público asistente puedan participar con plenitud. El fin para lo que están concebidos, en muchas ocasiones no se consigue.

Ejemplos se podrían poner muchos. Soy consciente de la pluralidad del colectivo cofrade, con ideas y pensamientos distintos, cada cual con sus prioridades, pero en este primer encuentro cuaresmal, no puedo pasar por alto mirar a objetivos más altos que nos acerquen de verdad al fin último de lo que hacemos. Que vivamos la Cuaresma en su auténtica dimensión.