Es pronto para criticar, para condenar o para juzgar lo que está pasado en el seno del PP aunque ya tenemos sobre la mesa algunas cosas que dan luz a lo que puede ser el escándalo político de año.
Parece ser que el hermano de Isabel Natividad Díaz Ayuso ha cobrado comisiones producto de la venta de mascarillas durante la primera fase de la pandemia que asolaba el mundo. Además comisiones magras, muy elevadas. Díaz Ayuso dice que todo ha sido legal y que las cosas de su hermano son las cosas de su hermano y que ella no quiere ni debe involucrarse en sus negocios. Ayer se hablaba de 400.000 euros de comisión y hoy ya son cerca de 240.000 euros. Todo son dimes y diretes aunque lo que es seguro es que comisiones ha cobrado el hermanísimo sean o no legales. Convendría que enseñase su declaración a Hacienda y el contrato para evitar conjeturas.
Se abre el debate sobre si lo legal en política tiene que ser necesariamente ético. No parece que sea bonita la situación y pone entre la espada y la pared a la presidenta de la Comunidad de Madrid aunque todo sea legal. Eso si la comisión es legal porque si es irregular apaga y vámonos. Un debate interesante y que pone a salvo a los políticos pase lo que pase dentro de un marco legal. Es la historia de siempre: somos políticos y hacemos la ley por lo que hacemos la trampa. La ética debería pesar más en estos entornos puesto que, ahora, la desconfianza en la clase política es absoluta. ¿Estamos ante un caso parecido al de Juan Guerra?
Por otra parte, la situación que se ha generado en el PP es completamente surrealista. De momento, se le ha abierto a la señora Díaz Ayuso un expediente que podría acabar con su expulsión del partido. Por otro lado, se mezcla una rocambolesca historia de detectives que se han podido contratar desde el PP para espiar a la presidenta madrileña. Esto es para llevarse las manos a la cabeza y no retirarlas en un par de años.
Damas y caballeros, la brillantez se paga cara en el mundo actual. Si asomas la cabeza ya viene el más tonto para intentar arrancártela de cuajo. El papelón de Casado y García Egea es de aúpa y se están jugando mucho aunque escuchando a García Egea uno podría pensar que lo tienen todo atado y bien atado. No lo está, ya se lo digo yo. Por cierto, ahora resulta que en sus palabras (de García Egea que son las de Casado) se puede ver esa actitud estúpida de alguien que cree que ella está allí por ellos y debe obedecer por sus santas narices. Esta idea de la política es, al menos, nefasta y antigua.
Miguel Ángel Rodríguez (el que completa la ecuación) se ha pasado de frenada y la ambición de este sujeto sumada a la de Díaz Ayuso ha servido de detonante para que los mediocres se lancen al ataque. Lo que no terminan de comprender esos indigentes de la brillantez es que se están cargando el PP y que el suicidio político es manifiesto.
Veremos cómo se desarrollan las cosas para analizar con datos suficientes la situación. Sea como sea, el incendio es monumental.