El ictus de Sánchez Gordillo

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14 oct 2020 / 04:00 h - Actualizado: 14 oct 2020 / 04:00 h.
"Los medios y los días"
  • El ictus de Sánchez Gordillo

Hace unas semanas, brujuleando por internet, el diario Kaos en la Red me recordó que el alcalde de Marinaleda desde 1979, Juan Manuel Sánchez Gordillo, sufrió un ictus poco antes de las elecciones municipales de 2019 y que entre eso y otras goteras está chungo el hombre. Vamos, que era él mismo quien lo afirmaba. Y aún no es ni demasiado mayor, no llega ni a los 70 abriles.

Este hombre ha marcado una época y tiene emberrenchinados a los medios de las derechas y a algunos de las izquierdas. Como no han podido con él han tomado dos medidas: una, castigarlo con el silencio; dos, montarle un partido nuevo llevado por una joven del lugar, una vez que se han dado cuenta de que con las derechas PSOE-PP no se desbancaba al barbudo de los cojones, que lo mismo impulsaba viviendas sociales que asaltaba un supermercado no con carros de combate sino con carros de la compra con la particularidad de que no pagaba lo que se llevaba para repartirlo entre los necesitados.

A mí esto de los necesitados y vulnerables no me entra en la cabeza. Vamos a ver, están ahí, ¿verdad? Y aunque -seamos sinceros- en realidad a los que no somos necesitados nos importen poco, hemos inventado algo que se llama ética, solidaridad, caridad, compasión, que nos obliga a socorrerlos, no por ellos sino para no luchar contra nuestra mala conciencia, otra tara humana más. Pero ¿cómo hay que socorrerlos? Aquí ya empiezan las complicaciones y aparecen las conocidas palabras de Helder Cámara, arzobispo de Recife (Brasil): “Si doy limosna a los pobres me llaman santo, si pregunto por qué hay pobres me llaman comunista”.

Es decir, que, a los pobres, vulnerables, parias y necesitados en general, hay que ayudarlos pero dentro de un orden ideológico. Hay que ayudarlos con una hucha, pero no con una revolución, hay que ayudarlos con subvenciones pero no creando el estado un sector público potente mientras deja hacer su trabajo al sector privado; hay que ayudarlos rezando pero no actuando, hay que ayudarlos con esos nuevos negocios llamados ONGs pero no interviniendo militarmente en sus países para arrojar de allí a los gobernantes corruptos y a las multinacionales nuestras que los esquilman con el apoyo de esos gobernantes. Por ejemplo, para no irnos a países pequeños, ¿por qué no echamos del poder a Bolsonaro? ¿El único malo de toda América va a ser Maduro?

Por lo que me dicen los medios, a Sánchez Gordillo le debe estar pasando lo que ocurre siempre: que el humano no es perfecto y al final le huelen los sobacos porque el desodorante lo ha abandonado. Pero, sea o no verdad lo que acabo de afirmar, ahí queda su obra y su coherencia, ahí quedan sus hechos, ahí queda su idealismo, su sensibilidad y hasta su ingenuidad. Ha puesto y sigue poniendo verde a Pablo Iglesias porque el comunismo de Iglesias es una pose y el de Sánchez Gordillo un micromundo real que no llega a ser comunista porque todo no se puede hacer pero que se le aproxima bastante.

El alcalde va de retirada, su ictus me produce tristeza, mezcla de mi edad y de mi admiración por los seres humanos coherentes aunque se pueda no estar de acuerdo con algunos. Pero, ¡leche!, han dado el callo, no se dedican a bravuconear ni a lucirse por las tertulias predicando la voz de su amo ni a aburrimos en las misas con la misma canción de hace ya demasiado tiempo.

Gordillo se ha mojado las posaderas, eso no se lo van a perdonar nunca, porque lo que está en el guión es que metas una moneda en una hucha del Domund o la dones para una ONG y luego te vayas a casa a ver en la televisión cómo se sigue muriendo de hambre la gente. El muerto al hoyo y el vivo al bollo.