La Tostá

El manido tema de la mujer en el flamenco

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
09 mar 2021 / 04:00 h - Actualizado: 09 mar 2021 / 04:00 h.
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  • La Niña de la Puebla. / EFE
    La Niña de la Puebla. / EFE

Ayer se llenaron las redes sociales de comentarios, artículos y mensajes sobre el tan traído y llevado papel de la mujer en el flamenco. No tiene ningún sentido que se reivindique tanto el papel ejercido por la mujer en este arte porque es una falta de respeto hacia las que ejercieron este papel en el siglo XIX y que ya fueron reconocidas. ¿Cuándo no se ha reconocido? Que ha habido artistas poco premiadas por la historia. Claro, y hombres también. Jamás, en toda la historia de nuestro arte, que tiene ya dos siglos, el tema del machismo flamenco fue un problema para que mujeres y hombres compartieran escenarios y fiestas. Que hubo machismo, claro. En todas las artes. ¿Hablamos del machismo en el jazz o en la ópera? Que hubo mujeres que se encontraron con la negativa familiar para trabajar en cafés y teatros. Sin duda alguna. Ocurría también con los hombres y hay casos muy conocidos.

Los padres de Juan Valderrama no querían que su hijo estuviera por ahí con los flamencos y tuvieron que ser convencidos por Marchena y la Niña de la Puebla para dedicarse al arte. En el siglo XIX, algunos padres se negaban a que sus hijas e hijos trabajaran en cafés cantantes, porque en estos locales había que alternar a veces con los clientes y rara era la noche que no salía alguien del local con la nariz partida y hasta con las tripas colgando. El célebre Canario de Álora perdió la vida en la Nevería del Chino, el local de verano de éste y El Burrero, que estuvo junto al puente de Triana, a manos del padre de la Rubia de Málaga. Rosario la Honrá fue tiroteada en el café que Silverio tuvo en Huelva y un hermano de Gabriela Ortega, el bailaor Paquiro, se enfrascó en una discusión de cante en una taberna de la sevillana calle Relator y murió apuñalado por Larita.

Con este panorama, la verdad es que era lógico que un padre o un esposo pusieran reparos para que hijos o esposas cantaran en los cafés de Sevilla, Málaga o Madrid. A pesar de todo, decenas de mujeres lograron ser artistas flamencas e hicieron historia en el mundo, como está sobradamente documentado. Podríamos citar a La Sarneta, La Parrala, La Cuenca o La Macarrona, estrellas del XIX. Los libros están llenos con sus nombres y fueron reconocidas por sus propios compañeros. Un joven Chacón homenajeó a La Sarneta y Tomás Pavón, cuando grabó sus soleares hizo que su nombre apareciera en la galleta del disco como creadora de ese estilo. Hay biografías de La Cuenca y La Macarrona, y de La Niña de los Peines o La Argentinita. ¿A qué viene reivindicar tanto el papel de las mujeres en el flamenco, como si hiciera alguna falta?

Hoy, además, dirigen festivales, revistas especializadas, programas de radio, ejercen la crítica, dan conferencias, escriben libros y más cosas. La mujer tiene hoy un papel preponderante en nuestro arte y me parece estupendo. Nadie ha salido a protestar, sino al contrario. ¿Dónde está el machismo? ¿Quién niega el papel tan importante que juegan hoy y el que jugaron hace siglo y medio las mujeres andaluzas y del resto del país?