La vida del revés

El mundo antes y después del coronavirus (Día 1)

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15 mar 2020 / 10:01 h - Actualizado: 15 mar 2020 / 10:17 h.
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Es difícil saber si estamos en el antes o ya en el después.

Si pensamos en la que nos viene encima estamos en el mismo lugar que hace dos meses. Si limitamos nuestras preocupaciones a los aspectos puramente económicos no habremos avanzado ni un milímetro. Sin embargo, si pensamos en la oportunidad (otra más) que nos da la realidad tenemos opciones de cambiar cosas que nos han arrastrado a ser insulsos, egoístas, insolidarios y algunas lindezas más que nos convierten en algo que no nos gusta ni un pelo.

No voy a negar la importancia del dinero y de un sistema capitalista triturador de personas. Eso es lo que es. Ahora mismo, es imposible dar un paso sin toparse con ello. Sin embargo, nuestras capacidades van más allá, nuestros deseos lo pueden todo, la fantasía que tenemos alojada en algún lugar de lo que somos nos puede acompañar en un viaje que, con seguridad, los vivos no conoceremos terminado, pero que servirá para hacer un mundo mejor para los que lleguen.

Llevamos tan solo unas horas metidos en casa. Compartimos espacio y tiempo con los que queremos y, de pronto, nos hacemos conscientes de ser humanos. Qué cosas.

Sin duda alguna, en unas semanas seremos muchos los que tengamos menos que ayer. Menos dinero, menos posibilidades de veranear en lugares estupendos, menos objetos inútiles en casa que tan felices nos hacen hasta que los abandonamos a los cinco minutos. Sin duda llega una crisis económica monumental. Pero si, a cambio, logramos ser sin tener en cuenta lo que tenemos, el esfuerzo habrá merecido la pena.

Todo esto podría parecer un discurso imposible, una entelequia más. Pues no lo es. Depende de cada uno de nosotros, de nuestra capacidad para renunciar a lo superficial, de ese mundo que tenemos dibujado en lo mejor de nosotros, de querer hacer las cosas bien.

Ya que nos tenemos que quedar en casa, pensemos y saquemos conclusiones que siempre han estado en el mismo lugar de nuestra consciencia. Menuda sorpresa nos podemos llevar. Y muy agradable, por cierto.