El paisaje nos retrata

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12 may 2016 / 22:23 h - Actualizado: 12 may 2016 / 22:39 h.
"Operación Mandolina","PGOU"

Sevilla ha sido cantada y pregonada urbi et orbe como ciudad de belleza sin igual, con su color especial, con su olor a azahar, con su lunita plateada, que se mira en el Guadalquivir, alta torre y viento en los naranjales. Esa es la postal de Sevilla.

Pero resulta que la postal está situada en un expositor al que acompañan otros cuatro más en plena acera, una colección de mandiles flamencos colgados de la fallada de la tienda, y una exposición de cartelones portátiles de bares, pizzerías, viajes panorámicos.... Y todo eso en el mejor cahíz de tierra. Que si nuestro paseo nos lleva por otras partes del casco histórico o si salimos extramuros, la colección de señales, carteles, vallas, horrochismes y espacios inertes, que desordenan y afean nuestro entorno, es infinita.

Hagan el ejercicio de desacostumbrar la mirada y se darán cuenta del horror paisajístico que nos rodea. Y lo peor es que, casi siempre, ese feísmo es perfectamente gratuito e innecesario.

El Plan General reconoció hace años nuestro «derecho al paisaje». Un entorno ordenado, un espacio público armonioso, no es un lujo para estetas y finolis. Es una necesidad, que tiene que ver con la calidad de vida y que influye, cómo no, en nuestro comportamiento social. Y eso por no hablar de los réditos que como ciudad obtenemos de la imagen que proyectamos.

A veces Sevilla se presenta como una señora muy atractiva, pero de cerca te das cuenta de que lleva lamparones y cerco en los sobacos. Por eso es importante que de una vez pongamos el cuidado del paisaje urbano en el lugar de importancia que merece, porque dice lo que somos. Nos retrata.