El Papa de la alegría

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09 abr 2016 / 23:07 h - Actualizado: 09 abr 2016 / 23:09 h.
"Cofradías","La apostilla"

Ahora que tengo la suerte de estudiar el contenido de los Evangelios Sinópticos con el profesor Antonio Guerra, párroco de San Agustín de Alcalá de Guadaíra, he aprendido que, para comparar unos textos y otros, entre diferentes criterios que pueden escogerse está el cómputo de palabras repetidas para confirmar que fueron escritos por la misma persona o escuela. Aunque me parece remota o altamente imposible que ocurra con los textos del Papa Francisco que llegue a desconocerse su autoría, si los pasáramos por ese cuenta-palabras de la exegética, comprobaríamos que alegría es una de sus palabras preferidas, uno de los estados del alma que más le convencen al Santo Padre argentino que tiene enamorada a la Iglesia desde hace más de tres años.

Cuando tuve la oportunidad de viajar a Tierra Santa, me acompañó una edición impresa a ordenador de la Evangelii Gaudium, que nos acercaba esa radical felicidad que la palabra de Dios regala a quien la proclama y quien la recibe. Ahora, pasado un tiempo considerable dentro de los pontificados modernos, vuelve a llamarnos la atención sobre este gozo de la fe con su exhortación Amoris Laetitia, empleando dos palabras que significan lo mismo. Es radicalmente la alegría, la de su sonrisa, la de su gesto amable, la de su humanidad la que se transparenta en los textos que nos ofrece como magisterio.

Hay que darle las gracias al Papa Jorge Bergoglio, porque va acometiendo poco a poco la labor que precisaba nuestra Santa Madre la Iglesia. Algunos lo tachaban de mucho hablar y poco enseñar a través del magisterio como Siervo de los Siervos de Dios. Aquí lo tienen. Su Santidad pone en letras las palabras que salen de su corazón, oyendo a los obispos del Sínodo y aplicando las conclusiones que ofrece todo el orbe católico. La comunidad ingente que habla es la de nuestro tiempo, que sigue recibiendo la misma doctrina, la cual, sin cambiar, se va humanizando progresivamente, porque, como bien dijo Cristo, el sábado está hecho para el hombre y no el hombre para el sábado.

Así las cosas, hemos llegado a un nuevo hito en la historia del pontificado del Instagram, porque ya Benedicto usaba Twitter de forma muy acertada. Es el tiempo de la imagen, de la interacción, de la sorpresa. El Papa está sabiendo emplear sus talentos, de jesuita, de párroco, de obispo y de cardenal. Todo junto, en la coctelera blanca de su sotana pontifical. Agitado por el hagan lío de Copacabana, aún sigue dando que hablar y qué hacer. Es el Papa de la alegría, del entusiasmo, del rema más adentro y el no tengáis miedo. Francisco alegra el corazón. Es una ráfaga clarísima que brilla en el cielo de la iglesia. Como el cirio pascual en la vigilia, es luz de Cristo.