Viéndolas venir

El populismo contra el pueblo

Image
Álvaro Romero @aromerobernal1
01 dic 2019 / 10:38 h - Actualizado: 01 dic 2019 / 10:44 h.
"Viéndolas venir"
  • El populismo contra el pueblo

Es contradictorio, sí, pero lo estamos viendo desde hace siglos porque es una fórmula recurrente de esas de pan para hoy y hambre para mañana. El populismo aprovecha siempre el cabreo generalizado, especialmente el de las clases que más razones tienen para el cabreo. El populismo regala el oído, es decir, siempre dice lo que la gente se dice a sí misma de prisa y corriendo, antes de pararse a pensar. Pensar es una actividad lenta, a veces incómoda y nunca cabe en un eslogan. El populismo siempre tiene una varita mágica, o varias, que a nadie se le ocurrió comprar antes. El populismo es atrevido, como la ignorancia; es provocativo, en el sentido de que no tiene nada que perder y mucho que ganar si acaso. El populismo es radical, porque sus mensajes calan o no calan. La conquista ha de ser instantánea, no cabe la reflexión. El populismo lo resuelve todo sencillamente, tan sencillo como es soltar un exabrupto y dar una palmada en la mesa, así de sencillo. El populismo siempre dice preocuparse por la gente, como si la gente no fuera un sustantivo tan colectivo como diverso. El populismo, haciendo honor a su nombre, huye de los individualismos, aunque a la hora de la verdad no hace ascos de determinados individuos que siempre vienen a salvar al pueblo.

Lo más peligroso de este populismo que entra en las instituciones como mulo de Troya y a brochazo gordo es que puede llegar el momento en que incluso sus votantes pidan auxilio institucional, porque sus votantes también son gente, como usted y como yo, como cualquiera, pero puede ser que, para entonces, las instituciones se hayan devaluado hasta la irresponsabilidad, o sea, hasta esa situación de no ser capaz de responder. El reto de fondo de la democracia es siempre evitar ese momento sin cerrar ninguna de las puertas de su casa siempre abierta.