La vida del revés

El rugby es mucho más que un grupo de ineptos

Image
03 may 2022 / 21:17 h - Actualizado: 03 may 2022 / 21:35 h.
"Deportes","Opinión","Rugby","La vida del revés"
  • El rugby es mucho más que un grupo de ineptos

Si me hubiera dejado llevar por las emociones, podría haber escrito esta columna hace días, exactamente en el momento en el que conocí la fatal noticia que anunciaba que la selección española de rugby no jugaría el próximo mundial. Tal vez quince o veinte años atrás lo hubiera hecho, pero con casi sesenta tengo aprendido que todo lo que haces desde las tripas te causa problemas por ser imperfecto. Vomitar lo que piensas siempre es motivo de arrepentimiento.

Ya se han escrito cientos de columnas, miles de tuits, decenas de miles de mensajes de whatsapp. Ya se han dado explicaciones de todo tipo. Unos culpan a otros y esos devuelven la acusación tal y como la recibieron o multiplicada por dos. Insultos, peticiones de limpieza en la federación, acusaciones gravísimas, dimisiones en diferido, explicaciones vagas, explicaciones patéticas... De todo salvo dignidad y el necesario silencio previo a la reflexión. El escándalo es absoluto, el daño es irreparable y las consecuencias para el rugby entre nefastas y demoledoras.

Se ha perdido la asistencia a dos mundiales consecutivos. En ambos casos, las alineaciones indebidas han sido protagonistas. El mismo error, el mismo resultado. Y una generación de jugadores no podrá optar nunca más a jugar un mundial de rugby. Todo el esfuerzo de años desperdiciado. Dos mundiales consecutivos es mucho decir. Eso sí, en la federación siguen los mismos y se irán poco a poco y por la fuerza. Que nadie piense que el presidente se va porque cree que debe hacerlo. Le han ayudado igual que a todos los demás.

Se habla de documentos falsificados, de desidia al comprobar la validez de documentación esencial para poder jugar, de incompetencia, de delitos, de maldad y de no sé cuántas cosas más. A mí, a estas alturas, me da igual lo que ha pasado. Que sean los jueces, o los directivos actuales, o los que vengan o quién tenga posibilidades, los que aclaren lo que ha ocurrido. La especulación, los dimes y diretes o la maledicencia, solo llevan a territorios oscuros. Lo que no me da igual es cómo afecta todo este follón al rugby base, a los miles de niños y jóvenes que tratan de abrirse camino en un deporte tan bonito como mal cuidado.

¿Estos son los valores que tanto venden los clubes a los padres que llevan a sus hijos a las escuelas y academias de rugby? ¿Esto es todo lo que puede ofrecer el rugby a los jóvenes? ¿Por qué intentar promocionar el rugby con jugadores que no son españoles? ¿Queremos tener un rugby propio o queremos ganar algún título para creer que nuestro deporte es maravilloso aunque lo gane un grupo de jugadores extranjeros?

Si un chaval de 18 años tiene que competir con jugadores de otros países para jugar en su selección... vamos mal. No hay forma de progresar en un deporte si a los deportistas se les coloca un techo de cristal en su propia casa. Es injusto, es injustificable, es lamentable. Y si hay que estar cien años sin jugar un mundial, mala suerte, pero cuando se juegue que sean los deportistas españoles los que defiendan la camiseta nacional y no diez o doce deportistas que han vivido quince minutos en España o nietos de un español aunque no hablen ni siquiera el castellano.

Y si un chaval escucha que el rugby es compañerismo, que es lealtad con el grupo de jugadores que forma tu equipo, que es sacrificio, que es amistad inquebrantable o que es afán de superación y diez minutos después asiste a este espectáculo, no va a creer ni una palabra y buscará alternativas o practicará rugby como si se dedicase a fútbol o al waterpolo.

Los jugadores de rugby (mayores o más pequeños) no merecen todo esto. Ni los aficionados. Ni España. La imagen de tramposos y, sobre todo, de tontos de remate va a pesar muchos años sobre la espalda del rugby. Y esa espalda es la de todos, y la vergüenza por lo que está pasando la sentimos todos aunque los tontos rematados son unos pocos ‘espabilaos’ que defienden intereses pequeños y, muchas veces, personales.

El rugby es un tercer tiempo entrañable, el rugby es el esfuerzo de un estudiante que sacrifica sus horas de descanso para poder entrenar y compartir con los compañeros de equipo, el rugby es saber que tus padres esperan pacientes a que acabes de entrenar en pleno invierno bajo la lluvia y que lo hacen sonriendo y orgullosos, el rugby es jugar un partido al límite porque tus compañeros confían en que todos darán el máximo, el rugby es depender de un grupo que depende de ti al mismo tiempo, el rugby es camaradería, el rugby es la vida entera. Y, desde luego, no es esta vergüenza de gestión que nos han ofrecido, ni las batallas ridículas en la que todos están vencidos y no lo saben.