Desde la espadaña

El sarpullido de Juan con Sevilla

A nuestro alcalde Juan le causa espanto pensar que no hará la mudanza a San Telmo en los próximos meses y, por ello, deja a Sevilla al son de la música para que se las arregle mientras él recorre Andalucía en su carrera desesperada por el estrellato del socialismo andaluz

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11 may 2021 / 08:02 h - Actualizado: 11 may 2021 / 08:04 h.
"Desde la espadaña"
  • El sarpullido de Juan con Sevilla

Queda claro que el sarpullido es un área de la piel que está irritada o inflamada. Y algunos sarpullidos, además de rojos, pueden conducir a ampollas o partes de piel en carne viva. Pero este es precisamente el peligro de Juan, alcalde sevillano y candidato al PSOE andaluz, dejando a Sevilla en carne viva y es que, la verdad, no es nada fácil ver al alcalde sevillano por estas calles. Ya en plena Semana Santa se fue a Málaga a visitar hermandades, durante todo el mes de abril hizo kilómetros pugnando con la trianera Susana Díaz y ahora resulta que presenta su candidatura a la Secretaria General del socialismo andaluz en la misma capital de Granada. Parece que dejamos Sevilla sólo para fotos y bienaventuranzas de proyectos que únicamente aguantan el papel. Así que desconozco cuál será el sarpullido de Juan con esta Sevilla la cual, además de ser pagadora de su nómina, le ha llegado en este pasado fin de semana esa vitalidad de la que puede hacer acto de enmienda -qué no presumir- a la vista de la inconsciencia de estos grupos de jóvenes en la Alameda.

Queda claro que a nuestro Juan no le agrada la idea de que los sevillanos sepan que se está dedicando a otras cosas que no son propias de la ciudad así que todo lo que huela a comicios internos del socialismo andaluz se lo lleva fuera de Sevilla. Es como si Juan se avergonzara de no haber tenido todo el heroísmo de decirle a la ciudad que recoge velas y que nos zurzan. O, a lo mejor, es una forma de no desgastarse en la ciudad si, finalmente, Susana Díaz le gana el pulso. Juan está como loco por cambiar de aires y en vez de dirigirse a la Plaza Nueva con el coche oficial, lo haría al Palacio de San Telmo...también en coche oficial. Y si para ello tiene que convertirse en betunero para sacarle lustre a los zapatos de los afiliados socialistas, hágase.

Menudos meses de desamparo nos queda en esta ciudad mientras Juan da rienda suelta a su larga ruta de conferenciante por toda la región andaluza porque, ciertamente, su juego político dedicado ahora al apostolado socialista deja una ciudad descabezada que sobrevivirá a base de un fin de toque de queda (por ahora) y la posibilidad de ir a las playas cada fin de semana. Sevilla vuelve a ser, una vez más, ese trampolín que todo político quiere sobar, de ida o de vuelta, para su propio beneficio. Es el efecto clínex por pura definición.

Pocos políticos se enteran de que esta ciudad no es zumba, guasa -fina o gorda- y lunes al Sol porque al igual que Juan prevé “un fuerte viento de cambio”, la ciudad necesita que se reactive y que no se juegue con la frivolidad de exponer las virtudes del socialismo andaluz fuera de Sevilla mientras aquí nos peleamos con las botellonas, la destrucción del patrimonio, el casco antiguo de la ciudad, el estado del viario, la limpieza, la seguridad, etc.

Sevilla no quiere vivir de proyectos mientras, con disimulo, un día tras otro, el máximo representante se marcha de excursión. Anda que si las palabras de Juan “unidad, ilusión y cambio” o “aquí no sobra nadie” las llevara a cabo en Sevilla, otro gallo cantaría. Pero entre mitin y mitin a lo largo de toda Andalucía (a excepción de Sevilla) esta ciudad sigue en una soporífera vida mientras comprueba como otras ciudades europeas se están poniendo las pilas para reactivar su economía. Quizás será que este Juan se nos ha aburguesado conformándose únicamente con que la Alameda ya tiene vida propia y el centro de la ciudad vuelve a estar plagado de botellonas incontroladas, pero Sevilla necesita otra agua medicinal que la salve de su destrucción del patrimonio, empleo, proyectos vitales para la ciudad, seguridad, etc.

a Juan le divierte -parece- sus travesuras con Susana mientras la ciudad se queda sin timón. A Juan ya le pesa y le aburre la corte sevillana y, por eso, su muestra de alegría a borbotones, de júbilo y distracciones quiere hacerlas fuera de la ciudad porque Sevilla ya ha sido utilizada; Sevilla ya no le vale. Luego, cuando la ciudad se quede en cuadro, empezarán a llegar nuevos candidatos de los cuales muchos confunden el recato con la altanería, la creación con la indolencia y la sabiduría con el desdén. Te animo sevillano que a partir de ahora distingas a los políticos por su materia, la causa por la que desembarcan en Sevilla y el significado real de sus palabras.