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Viéndolas venir

El Sevilla es también Sevilla

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Álvaro Romero @aromerobernal1
21 ago 2020 / 16:36 h - Actualizado: 21 ago 2020 / 16:40 h.
"Sevilla FC","Viéndolas venir"
  • EFE/EPA/Friedemann Vogel / POOL
    EFE/EPA/Friedemann Vogel / POOL

Casi siempre es más fácil explicar las cosas con un juego, no solo porque los juegos sean entrenamientos de la vida real, sino porque terminan convertidos en metáfora de la vida, lo cual es más definitivo. Piensen en la bandera de España, por seguir con un ejemplo juguetón. Por culpa del franquismo y de quienes hoy la usan tanto en vano, la bandera de nuestro país se ha convertido, a nuestro pesar, en un signo de algo que muchos españoles no quieren ser. Y aunque la bandera es la bandera de nuestra patria, todo el mundo sabe perfectamente a lo que me refiero. Sin embargo, basta con que juegue la Selección Española para que todos nos sintamos incondicionalmente representados con la rojigualda, sin matices de ninguna clase.

Por eso digo que es más fácil entender las cosas con un juego que hablando de macroeconomía. Y si al juego lo adobamos con sentimientos, mejor aún. Hoy puede convertirse el Sevilla F. C., uno de los dos grandes equipos de la ciudad, en un campeón a nivel europeo. Por sexta vez. O sea, que ya tenemos un equipo absolutamente campeón al que le faltan dedos de una mano para seguir predicando su categoría en Europa, no solo codeándose con los más grandes, sino dándoles lecciones. Y no solo de fútbol. Pero lo mejor no son las derivadas futbolísticas de esta final que es bastante posible que este equipo compacto vuelva a ganar, sino que cuando a nivel continental hablamos del Sevilla también lo hacemos de Sevilla, una ciudad del sur de Europa, de España y de Andalucía, una tierra especialmente castigada por el paro y otras desgracias sociales, que hoy suena en medio mundo por el coraje del equipo que la va a representar.

A estas alturas -de la historia y del coronavirus- tendríamos que haber superado ya esa actitud infantiloide del fanatismo ramplón. No cualquier sevillista, sino cualquier sevillano tiene que estar hoy con el equipo de su tierra. Porque el Sevilla FC es el símbolo nuestro que esta misma noche va a sumar para todos nosotros no solo goles, sino inversiones, prestigio, imagen, pundonor. Y ahí participamos todos los sevillanos –y andaluces, me atrevería a decir-, sea nuestra camiseta del color que sea.

Cuando mañana tenga la oportunidad otro equipo de los nuestros, todos deberíamos estar apoyándolo también, y dar una lección así, desde el juego que no lo es del todo, a esos fanáticos que fuera del fútbol emponzoñan la vida social y política de este gran país nuestro que se llama España, de esta gran tierra llamada Andalucía donde las cosas serias, las de todos, siguen al albur de los forofos, de unos colores sin sentido pleno, de unas consignas sin argumentación objetiva, de unos partidos a cuyos máximos dirigentes tendríamos que darles los de abajo instrucciones de cómo se suda la camiseta, la básica lección de que unas veces se gana y otras se pierde, siempre con dignidad, que no siempre se lleva la razón y que el adversario, a veces, también nos enseña cosas fundamentales y no pasa nada por reconocerlo.

Que todo esto lo diga un bético creo que es un ejemplo elocuente de lo que trato de explicar a modo de juego.