El tiempo de descuento o el adiós de Adara

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20 ene 2020 / 07:20 h - Actualizado: 20 ene 2020 / 08:11 h.
"Opinión","Televisión"
  • Adara y Gianmarco, concursantes de «El tiempo de descuento (Mediaset)
    Adara y Gianmarco, concursantes de «El tiempo de descuento (Mediaset)

«El tiempo de descuento» es otro de esos programas en los que los concursantes se enamoran, se odian, se divierten o pierden el tiempo mirando a las musarañas mientras unos millones de espectadores, a su vez, miran como las vacas miran los trenes pasar mientras pastan. Este es la secuela de la última edición de GH VIP.

Todo el programa (la edición de GH VIP y la secuela que se emite ahora) ha estado creciendo alrededor de un romance que tiene pinta de imposible entre una tal Adara y un tal Gianmarco. Ella casada y madre. Él un joven que está enamorado y hecho un lío. En la calle, un marido que vende todo lo que le sucede aunque interpreta el papel de perro del hortelano divinamente y no deja que los dos enamorados sean felices. Una madre que vela por los intereses de su hija sin pensar en la felicidad de la joven... El caso es que Adara ha abandonado la casa y la cosa pierde interés. Él se ha quedado después de dudar si tenía que salir pitando. Una pareja extraña puesto que con ella fuera, él llora de amor y ella confiesa que bebe los vientos por él.

Que nadie se deprima. Los concursantes que quedan dentro de la casa pueden ser motivo de alegría. Por ejemplo, mientras escribo estas líneas, los concursantes se están dedicando a explotar globos con el trasero. Emocionante. Y se terminarán insultando y, por qué no, se podrían enamorar. El perfil de todos ellos resulta grotesco y eso es una especie de cheque en blanco y al portador para las productoras televisivas.

La tal Adara ya no está. Pero el show sigue adelante. Mientras el resto tengan insultos en la punta de la lengua, la maledicencia a flor de piel y ganas de ser famosos de tercera categoría para poder seguir viviendo del cuento, todo será posible. Y si flojean ya están sus amigos y familiares en el plató para decir cosas vergonzosas que hacen que las audiencias suban como la espuma.

Por cierto ya tenemos Gobierno, los hijos no pertenecen a los padres, los árbitros de fútbol son muy malos y Pablo Iglesias sigue sin cortarse el pelo dando una imagen exacta de lo que es ese Gobierno que ya está al 100 por cien de su capacidad. Lo digo por si alguien no se ha separado del televisor los últimos cuarenta días.