Esta madrugada pasada ha muerto en un hospital sevillano el cantaor Kiki de Castilblanco, querido y admirado en Sevilla, sobre todo por sus saetas, puesto que era uno de los grandes saeteros de la capital andaluza, como en otros tiempos lo fueron Centeno o Pepe Valencia. No hay balcón del casco histórico de nuestra ciudad en el que no haya cantado una saeta este gran maestro de un palo tan difícil. Lo cantaba todo, pero solo dejará huella en la saeta. Natural del pueblo sevillano de Castilblanco de los Arroyos, Francisco Moya, que así se llamaba, era un cantaor de vocación y un magnífico aficionado. Muy querido por sus compañeros, porque además de buen cantaor era una excelente persona. La noticia, pues, es un mazazo para el flamenco porque era aún joven, 69 años. Fue operado de corazón y una infección que no pudo ser controlada se lo ha llevado tan joven. Lo conocí a finales de los setenta, cuando comenzaba a cantar en los concursos y a dar recitales en las peñas flamencas de la provincia de Sevilla. Asombraba por su estupenda voz, sin duda su mejor cualidad. Recordaba al sevillano Manuel Centeno, el gran saetero, que fue una de sus referencias en este palo. Dominaba todo el cante de levante, los estilos de Granada y otros palos como las peteneras y los caracoles. O sea, destacó en los cantes para los que había que tener una voz como la suya, potente, equilibrada y bien timbrada. Esa voz tan espectacular le dio todos los premios de saetas que hay en España y decenas y decenas de premios en general. A pesar de tantos premios se lamentaba a veces de que no le dieran festivales para abandonar los concursos. No es que necesitara el cante para mantener a su familia, porque trabajaba en el Corte Inglés y tenía su vida asegurada, pero solía decir que el escenario era para él “una forma de volar”. Pues anoche dio el último vuelo, seguramente llamado por su hijo, guitarrista, que se fue hace poco tiempo a muy temprana edad. Esa muerte, la de su hijo Paco, lo había dejado tocado y seguramente el corazón más dañado de la cuenta. Quiso entrar en quirófano y no ha salido de él. Una desgracia que nos ha dejado destrozados a todos los flamencos.