El verano de Sevilla

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25 ago 2018 / 20:20 h - Actualizado: 25 ago 2018 / 21:29 h.
"La trastienda hispalense"

Las boqueadas de agosto anuncian su nuevo letargo de once meses hasta su próximo despertar, en 2019. Y aunque todavía queda una semanita agradecida, hay que ir haciendo las maletas porque septiembre se acerca con la caló del membrillo que alarga nuestro particular verano hasta que Dios quiera. Se acabaron los paseos tranquilos por calles desiertas, sin el estrés acostumbrado del ir y venir de la ciudadanía, para los que prefirieron quedarse o para los que no tuvieron más remedio.

La madre de Cristo celebra en septiembre su Natividad, su Consolación y su Dulce Nombre, María, la que iluminará con su Luz, el barrio de San Esteban, mostrará sus Maravillas por la calle Feria, será la Divina Pastora en las dos orillas, y pa’mi dolor, Dolores, siempre a la Merced de Sevilla... Que nadie me diga que los cofrades son jartibles, ya lo sé, lo son, lo somos, algunos hasta cierto punto, pero septiembre nos muestra la gloria de la Sevilla Mariana a través de estos festejos, la mayoría de martillo y costal, tan tradicionales como Nuestra Señora de Valvanera en el barrio de la Calzada con siglos de devoción a sus plantas, no en vano llegó a nuestra ciudad con la reconquista de San Fernando, al igual que Nuestra Señora de los Reyes, a la que sus sastres pasearan por la feligresía de San Ildefonso.

El noveno mes del año me recuerda que la del barquito en la mano se rodeará en Utrera de sus fieles devotos, los de la tierra y el cielo, para festejar sus fiestas patronales, a la que nunca, los míos, faltamos, mi gente con sus rezos cotidianos ni la eterna lamparilla, encima de la mesilla, iluminando su estampa que nos llena de consuelo, de paz, de amor y sosiego, en esta familia santa que igual que ayer, hoy, y siempre, te seguimos venerando y en tu nombre, festejando cada ocho de septiembre.

Septiembre de San Miguel y los Arcángeles, como los viejos taurinos denominaban la histórica feria del verano hispalense. Feria creada y otorgada a la ciudad por Alfonso X El Sabio en 1254. Y aunque, en realidad, la feria sevillana de septiembre fue una feria menor de ganado, antesala de la gran feria de Zafra, que se fue diluyendo entre las fiestas y jaranas típicas de la población, cigarreras de por medio, implantándose lo festivo sobre lo industrial, Sevilla supo guardar como un tesoro el cartel taurino que cierra el mes con tres corridas de arza y ole. Un cartel, el de este año, en el que nos alegramos de ver el nombre de un trianero llamado Alfonso Cadaval, que tomará la alternativa, a lo grande, entre dos padrinos de majestad, como la Maestranza. ¡Que Dios te bendiga, torero, y que tu Virgen de la Salud, hoy en besamanos, sea la guarda y centinela de tu triunfo!