El virus que ilustra a los sevillanos

Sevilla siempre se ha amoldado con gran acierto a las extrañas formas e influencias del momento vivido. Esto constituye su mejor esencia

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24 mar 2020 / 00:54 h - Actualizado: 24 mar 2020 / 22:06 h.
"Desde la espadaña"
  • El virus que ilustra a los sevillanos

Después de una semana encerrados en casa por esta maldita pandemia pero que algunos todavía no se han enterado qué esto va en serio no me digan que ya no están un poco hartos de apretar al F5 de su teclado para actualizar las noticias o que ya han memorizado el número de pasos desde el dormitorio al salón o que jamás han llevado puesto tantas horas un pijama o un chándal. Ya va usted adquiriendo cuerpo de faquir y sus inquietudes quedan relegadas a saber a qué hora se sale a los balcones para aplaudir, protestar o ver cuál es el mejor video que le llega hoy a su móvil sobre ese mamarracho que se ha saltado las normas de confinamiento y que ha dado un espectáculo público.

Pero para espectáculos el que nos está regalando esta Sevilla obligadamente desierta. En estos días, la ciudad se encuentra a punto de caramelo para hacerle esas fotografías de soledad donde las calles y su patrimonio muestra todo su esplendor y señorío. Aproveche sus horas de confinamiento y busque entre los periódicos digitales esas inolvidables fotografías de una Sevilla majestuosa sin absolutamente nadie. Es como si Sevilla estuviese recién montada y lista para usar. Quédese en casa, pero disfrute de estas imágenes. Son esos retratos que siempre ha querido realizar sin que nadie le moleste y tener que retocar digitalmente antes de enviársela a sus amigos o parientes. Este virus ha obligado que Sevilla cambie de cuadro y de escena. Durante estos próximos meses los Cabildos ya no serán lo que eran (y más cortos) y los cientos de fotos de niños aumentando su bola de cera o el paseo de caballos por el Real de la Feria se sustituirán por imágenes para la historia y el recuerdo porque viéndolas parece que Sevilla en este 2020 ha sufrido un total destierro. Las antiguas generaciones guardan en sus retinas las revueltas del 36 por la Plaza del Duque o en la calle Laraña. Nosotros contaremos, algún día, que Sevilla se convirtió en una ciudad donde parecía que todos sus vecinos habían hecho mutis por el foro y habían dejado sólo el escenario principal sin vida alguna y yo me pregunto si estando este país en el epicentro vírico y letal, cuando todo esto acabe cambiará nuestra escala de valores que en esta ciudad es tan amplia como sagrada.

Algo está ocurriendo en esta Sevilla cuando se pueden fotografiar patos caminando por la zona peatonal de San Jacinto o por la propia calle Asunción; ver para creer. Quién le iba a decir que este año ni Cuaresma ni Semana Santa ni Feria de abril ni Romería del Rocío... como siga me cargo la Cabalgata del Ateneo 2021; y no porque estuviese diluviando o porque a usted le hubiese dado un ataque de gota sino por un virus proveniente de la otra parte del mundo. Ya ve, vivimos al día y en estas semanas mientras la ciudad aguarda cada vez más aburrida, somos hijos de una materia vírica y de unos cálculos que determinan la cantidad de contagiados cada hora. Con la de veces que hemos visto las epidemias de la peste y del sarampión en televisión y quién nos iba a decir que somos ahora mismo, protagonistas de una pandemia.

Al menos reconozco que durante este tiempo, el patrimonio sevillano está intacto. El problema puede ser cuando se abra la válvula de descompresión y se pueda volver al escenario porque del doctorado en obediencia de la mayoría de los sevillanos, ahora podemos canjearlo en hacer que nuestras calles se conviertan en almacenes de carne humana. Busque las fotografías que Sevilla nos regala en estos días porque cuando vuelva a la calle será como ese recién estrenado Domingo de Ramos. Durante estos días se ha perdido esos almíbares de azahar al girar una esquina, pero, a cambio, ha descubierto una ciudad sin tamices donde usted es el único protagonista. Tantas veces hemos sido mediocres cronistas hablando de Sevilla que ahora que sus calles, rincones y plazas están enteras para nosotros no sabemos qué decir ni pensar; si acaso que un virus es el culpable de que tengamos en la memoria retratos irrepetibles que jamás (esperemos) volverán a repetirse. Busque esas imágenes y verá que no le miento porque hoy no es el Dia de Los Santos Inocentes (aunque veremos si también llegamos confinados o confitados).