Viéndolas venir

¿El virus selecciona oficios?

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Álvaro Romero @aromerobernal1
01 sep 2021 / 07:47 h - Actualizado: 01 sep 2021 / 07:49 h.
"Viéndolas venir"
  • ¿El virus selecciona oficios?

Debe de haber un abismo en la gravedad del coronavirus en función de las profesiones. Mientras las cajeras de los supermercados no han parado y a los docentes no universitarios los encerraron desde casi el primer día con sus alumnos en clase, cada cual de su madre y de su padre, muchos médicos de atención primaria -solo en la pública, claro- llevan casi dos años protegiéndose de sus pacientes a través del teléfono -burladero extraordinario- con la connivencia de los que mandan de verdad. Y esa tarde de exclusiva que hacían los maestros de escuela telemáticamente después de echar toda la mañana en el colegio, ahora vuelve a ser más imprescindible que nunca de manera presencial. Está claro que esta función que todos han desempeñado, durante más de un curso, más eficientemente desde casa vuelve a ser ahora más fundamental que todas esas clases universitarias que los docentes de allí se han pasado por el forro de su responsabilidad preventiva. Qué curioso todo. Curiosísimo. Pareciera que el virus selecciona oficios para afectar más o menos. Y no es verdad, claro.

Lo que ocurre es otra cosa. Fundamentalmente, que después de año y medio no hemos aprendido las grandes lecciones a que nos han forzado las circunstancias, solo porque estas, como todo en la vida, van por barrios y es más cómodo no querer enterarse de nada si la sinvergonzonería está de nuestro lado. Con más del 80% de la población vacunada, ya era hora, en cualquier caso, de arrojarnos luz, pero nada.

Ha sido extraordinario ver este verano a los camareros a destajo en las zonas más turísticas de nuestro país, echando horas extras, compatibilizando sus funciones con otras que exigiera la playa; ver, como en invierno, a los dependientes de las pescaderías y las fruterías poniéndonoslo todo en bandeja, a los transportistas, a los agricultores como si nada, a las limpiadores y a los basureros como si la pandemia no fuera con ellos. Y, mientras tanto, como si el Covid tampoco fuera con nosotros cuando vamos al banco y nos tratan como a ganado hacinado en la puerta, unos para el cajero sin gel y sin más medidas que las que la pantalla delega en nosotros mismos y otros adentro, como pidiendo perdón porque alguien de ese escaso personal que aún no se ha convertido en máquina nos remita a la máquina para cualquier gestión.

Llega septiembre y se acentúa esta sensación pandémica por franjas horarias y tipos de profesión. Creo que es hora de que, por lo menos, verbalicemos las sangrantes comparaciones.