Pasa la vida

El vuelo que Kobe Bryant no debió permitirse

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Juan Luis Pavón juanluispavon1
27 ene 2020 / 13:28 h - Actualizado: 27 ene 2020 / 13:30 h.
"Pasa la vida"
  • El vuelo que Kobe Bryant no debió permitirse

Si hubiera sido decidir volar hacia canasta teniendo que optar entre un tiro o un pase para superar la defensa y ganar un partido, Kobe Bryant era de los pocos seres humanos capaces de despegar del suelo y en décimas de segundo tomar en el aire más de una decisión, rectificando o no, para desconcertar a sus contrincantes y conseguir su objetivo: anotar o que lo hiciera un compañero. Las videotecas permiten elaborar muchas antologías de sus inverosímiles canastas, de su genial capacidad de improvisación sustentada en unos fundamentos técnicos excepcionales y en una mentalidad ganadora apabullante. En la mañana del domingo 26 de enero, por muy acostumbrado que estaba a utilizar su helicóptero privado para desplazarse por el área metropolitana de Los Angeles evitando la enorme congestión del tráfico en coches, Kobe Bryant no debió permitirse volar. Había tanta niebla que la Policía angelina tenía sin patrullar a sus helicópteros. Ese era el terreno de juego. Pero Kobe Bryant tenía prisa. Quería llevar a su hija a jugar un partido de baloncesto. Se sintió inmune al riesgo. No midió las consecuencias de tener que rectificar cuando se está en el aire de otra manera. El cielo puede esperar. Pero no lo hizo. Al cielo se han ido nueve personas cuyas vidas se estrellaron en el fatal accidente de un desplazamiento campechano abocado a insospechados peligros entre la niebla.

El mundo llora la trágica desaparición de un deportista maravilloso, sobre todo campeón de los buenos valores educativos de la práctica competitiva tanto en las victorias como en las derrotas, tanto dentro como fuera de las canchas. Pese a ser Kobe Bryant desde muy temprana edad figura de una competición hipercomercializada como la NBA, donde en cuanto se destaca uno se convierte en archimillonario y popular, con todos los caprichos y tentaciones a la mano para envanecerse y desnortarse, Bryant fue capaz de compaginar un espíritu de superación personal con insaciable sed de victorias y récords junto a una creciente madurez para extender a su alrededor la cultura de la admiración recíproca, el respeto al prójimo, el sentido del deporte como espacio de encuentro entre diferentes, el intrínseco placer del juego como experiencia compartida.

Todos tenemos que ejercitarnos continuamente en un entrenamiento esencial de la personalidad: mantener en forma la capacidad de tomar decisiones para evitar incurrir en errores cuya deriva puede escaparse de nuestro control, y la capacidad de determinar para qué merece la pena arriesgarse y para qué objetivos. Kobe Bryant alcanzó en el baloncesto mayúsculos porcentajes de acierto. Demasiado pronto decidió enviar su nave a luchar contra los elementos.