En busca de la ataraxia

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Pepa Violeta Pepavioleta
19 abr 2020 / 15:43 h - Actualizado: 19 abr 2020 / 15:46 h.
  • En busca de la ataraxia

“Nada es suficiente para quien lo suficiente es poco”, esta reflexión de Epicuro de Samos, filósofo griego y padre fundador de la Escuela Epicúrea, adquiere en nuestros días un significado revelador. Quizás nos pueda ayudar a entender la causa de una enfermedad que se ceba con el ser humano y que no es el COVID-19. La avaricia.

Esta crisis pandémica que monopoliza nuestro relato y pensamiento y que tanto dolor e incertidumbre está provocando, está cumpliendo una función. Está marcando el punto de inflexión para empezar con un cambio deseable y esperado por muchos que ya vaticinaban el caos. Una nueva era que garantice la supervivencia del ser humano y del planeta. Desde el movimiento ecofeminista se está poniendo especial interés en que las mujeres participen de formad directa en la construcción de este nuevo orden social y esta corriente de pensamiento tenida en cuenta.

Desprogramarnos

Como ocurre con cualquier plan estratégico, poner en marcha la maquinaria implica sentar las bases de las corrientes en las que sustentaremos nuestras acciones. Feminismo y ecologismo en este caso, para acabar con el patriarcado y el capitalismo que ya sabemos lo ineficaces que han sido en la defensa de la igualdad real entre los seres humanos y la protección del entorno natural y animal. Esta implantación de un nuevo orden mundial, no implica el rechazo a los avances de la ciencia y la tecnología que tanto han mejorado nuestras rutinas. Pero sí se hace imprescindible desprogramarnos y cuestionar el discurso único, para conseguir nuestro propio bienestar, desalienarnos sin opción de retorno. Reberlarnos ante una situación que nos conduce a vivir en un desierto, mientras hipotecamos nuestra libertad para adquirir bienes que no necesitamos y enriquecer de paso intereses privados y especulativos. La avaricia se ha instalado en nuestras tripas y crece sin control. Nada nos satisface porque nada es suficiente. El capitalismo nos obliga a trabajar a destajo y a correr permanentemente detrás de no sabemos qué, para llenar nuestros vacíos espirituales con pseudodiversión y muchos trastos inútiles. Crece la ansiedad por vivir experiencias rápidas que nos emborrache el cerebro de dopamina. Y así, entre la ansiedad por planificar la siguiente huída y la desesperación de que costearla, implica volver al tedio del trabajo rumiante, continuamos retroalimentando nuestro hastío.

Claves ecofeministas

De tanto repetir patrón nos hemos olvidado de nuestra verdadera misión aquí, las mentiras se han transformado en verdad. Nos hacen creer que un mundo mejor es mera utopía, que estos “fallos de sistema” se pueden arreglar para volver pronto a nuestras cómodas vidas. Pero esto ya no es lo deseable. Existen múltiples claves ecofeministas, que de ser interiorizadas y practicadas, nuestros indices de felicidad y bienestar se verían altamente satisfechos. Volver al pensamiento epicúreo para retomar una práctica esencial. La búsqueda de la ataraxia. Hedonismo racional y prudente, para evitar quedarnos atrapados/as en el dolor. Algunas de ellas se sustentan en creencias como que:

-El conocimiento solo es útil si se pone al servicio del bienestar común. Conseguir el bienestar y la felicidad individual sin que esto implique actos tiránicos de poder y subyugación. El conocimiento no se genera para ponerlo al servicio de una clase privilegiada y minoritaria. Es un bien compartido que bien empleado nos conducirá a la sabiduría.

-El hombre no es el centro del universo, ni su experiencia el único valor con el que medir las cosas. Nuestra cultura merece una mirada aperturista y diversa, donde las mujeres también sean parte de este valor en igual medida. El androcentrismo aísla y discrimina. La humildad de saberse parte del entorno, pero no elemento indispensable, nos llena de gratitud y abundancia.

-El negacionismo aniquila el futuro. Convencer a la sociedad de que algo no está ocurriendo, cuando estamos viendo que sí está ocurriendo, para mantener privilegios, es un acto terrorista hacia la población. El negacionismo con respecto a la violencia de género, el cambio climático, los peligros de nuestro actual modelo económico... nos condena a vivir “on fire” un presente incierto, ante la posibilidad de encontramos sin futuro. Destruir hasta que no quede nada. Exprimir la última gota como si el planeta fuera parte de nuestro capital privado, es un ejercicio de soberbia, inconcebible en un sistema cíclico, donde cada elemento es importante en si mismo y esencial para que el resto fluya.

Accion, reacción, revolución.

Si la resignación acaba por instalarse en nosotras/os mismas/os sin oponer resistencia, esta reflexión de Aldous Huxley será ley: “la dictadura perfecta tendrá la apariencia de democracia, una prisión sin muros en la que los prisioneros nunca soñarán con huir. Un sistema de esclavitud donde gracias al consumo y la diversión, los esclavos amarán sus esclavitud”. No sé en que momento el universo empezó a conspirar contra esta profecía, privándonos de consumo y diversión. Pero si ha sido justo ahora, habrá que prestarle atención a las señales. Localice al negacionista y pregúntese a quién beneficia su discurso. Como dice Alicia H.Puleo, es momento de abrir nuestro jardín-huerto ecofeminista, tal y como nos enseñaron los epicúreos, para refugiarnos de los peligros actuales e invitar a todos los valientes que no están dispuestos a que les roben el futuro, a sembrar comunidad y tierra. Como reseña Alicia “los epicúreos escribieron en un periodo histórico de decepción y cansancio de la vida pública, por lo que en aras de la tranquilidad del espíritu, crearon comunidades unidas por lazos del diálogo filosófico, la serenidad y la amistad. No fueron indiferentes al resto de la sociedad, sino que, por el contrario, buscaron liberar a otros de la alienación, explicar su pensamiento a quienes querían escuchar”.