Los medios y los días

En dos palabras: Hispa Nidad

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12 oct 2021 / 04:00 h - Actualizado: 12 oct 2021 / 04:00 h.
"Los medios y los días"
  • En dos palabras: Hispa Nidad

“Yo era un tonto, y lo que he visto me ha hecho dos tontos”, escribió Pedro Calderón de la Barca, una expresión que luego copió Rafael Alberti para uno de sus textos poéticos. En 1992, cuando la Exposición Universal de ese año en Sevilla, yo no era un tonto sino dos. Había sido presa de la debilidad mental de una izquierda débil que ahora es mucho más débil, ha quedado reducida a ser el Pepito Grillo del sistema y además nos ha colocado al fascismo en primera línea de batalla. Gran aportación de una ideología a la que se la supone procedente de la Ilustración y la resistencia. Es verdad que además nos ha plantado ante nuestra mente desafíos interesantes pero de eso hablaré en otra ocasión, si bien tales desafíos quedan oscurecidos por su estupidez.

En 1992 yo no pisé la Expo de mi ciudad, salvo en dos ocasiones para trabajar y una para llevar a familiares míos de Valencia, visita fugaz de la que ni me acordaba. Cuando fui solo y a trabajar me subí al terminar en el tren ese monorraíl y lo vi todo desde arriba. Se acabó. Yo no sabía entonces que era un tonto y que lo que estaba pensando me había hecho dos tontos. Pensaba lo mismo que tienen ahora en la cabeza ciertas personas educadas por las redes sociales y otros adminículos digitales: que no había que celebrar un descubrimiento que conllevó una masacre de indígenas. Claro que una cosa era eso y otra salir a manifestarme a la calle, o sea, yo era dos tontos, pero había esperanzas de curación de mi tontura. Cuando se inauguró la Expo la policía cargó y detuvo a manifestantes contrarios al evento por las causas que he apuntado. A esa idiotez de salir a protestar para que me pegaran no llegué. Ahora la cuestión se ha acentuado mucho, hay más tontos que días y no sé si la policía los detiene y los lleva al tontódromo pero han proliferado.

Yo me libré, desde los años 80 estaba sospechando que casi todo estaba equivocado en los enfoques del mundo. Por fin ordené mis pensamientos y, aunque me costara un disgusto mental y espiritual, dejé de escribir Hispa Nidad, con dos palabras, y decidí que era más racional y pragmático unirlas en un sólo y gran concepto: Hispanidad, de esa forma me desprendí del síndrome Jesulín de Ubrique cuando, después de encontrarse con Juan Pablo II, dijo aquello de: “Esto lo definiría con dos palabras: im presionante”. Este hombre no representaba a los líderes descubridores y colonizadores de América ni a sus doctos frailes con los que se ilustraron en mareas y otras contingencias marinas. Bueno, algo sí, porque lo que le falta a la Hispanidad es quitarse de encima esa parte tan de sotana descolorida y tan pícara que dejamos allende los mares los hispanos, aquellas gentes de las Indias, entre sus mitologías, las nuestras y las de los yanquis, se hicieron un lío y, cuando querían intentar equivocarse por sí mismas, el rey fugado y emérito les soltó un “por qué no te callas” que sonó a Fernando VII.

Vale, son cosas que pasan y que hay que lavar de puertas adentro. Por lo demás, si en la madre patria cuando va uno conduciendo y hay que detenerse te lo indica una señal en la que se lee Stop mientras que en países latinos siempre he leído “Alto” o “Pare”, yo tengo que querer a esos países tanto o más que al mío y buscar una vía para que todos estemos juntos, no revueltos, en el largo camino que se debe seguir para que la Hispanidad domine el mundo, asumiendo que la Historia es como es, aprendiendo de los errores y de los aciertos, mirando al frente, paso firme, pecho fuera, que ya está bien de que alguien me quiera imponer a la fuerza que escriba Hispa Nidad. O que incluso me olvide de la palabra y me vuelva a convertir en dos tontos.