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Actualizado: 22 jun 2022 / 05:33 h.
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  • En público creen en los dioses

Para simplificar, hay dos discursos del poder: uno de puertas afuera y otro de puertas adentro. El de puertas afuera suele ser positivo y más cuando te han dado una paliza de aúpa. Eso le está pasando a los derrotados directa o indirectamente por el subidón del PP en Andalucía. El que no se consuela es porque no quiere y los derrotados y aplastados encima no pueden estar tristes ante la gente, hay que ser optimistas y relativizar el fracaso. Es una simple maniobra de supervivencia, quien se encierra en sus desgracias corre el riesgo de provocar su autodestrucción. Poco a poco iremos de nuevo al bipartidismo en España, mientras tanto, el PSOE se ve obligado a guardar la compostura en público. Al público, por cierto, el PSOE y los otros vencidos lo suelen tratar como a niños, es comprensible, no quieren hacer llorar más de la cuenta a quienes los han votado, que ahora creen que los andaluces son idiotas. No, el comportamiento de la gente es misterioso, parece que se guía por evidencias y por su deseo de orden y es el PP quien en estos momentos proyecta esa imagen, ya veremos lo que hace en el futuro, por ahora es así. La gente se ha quitado la adicción al falso progresismo con el que se visten el PSOE y otros y los ha mandado a freír espárragos. Pero el optimismo nunca hay que perderlo.

Por tanto, Teresa Rodríguez se alegra de que hayan alejado a Olona del poder y carga contra sus compañeros de ideología que la quitaron de en medio en su momento. Sánchez dice que la debacle del sur no es para tanto. Adriana Lastra afirma que Moreno ha ganado con el dinero que le ha mandado Madrid. Con ése y, sobre todo, con el que no le ha mandado. Esa mujer no sabe que a los andaluces les repugna el agravio comparativo porque tal vez no haya oído hablar de la manifestación del 4 de diciembre de 1977. Algo similar le habrá ocurrido a la citada Macarena Olona, parece que hay muchos a los que no les gustó el turrón alicantino que vendía ni que apareciera en los carteles como una modelo de Julio Romero de Torres y después con abanicos a lo Marifé de Triana porque Marifé de Triana sólo hubo una y a ella la encontraron de rebote en la calle por orden de Abascal. Tiene que estar Olona muy jodida porque ya se lo había montado en Madrid y a ver ahora qué hace en Salobreña y qué decide su señorito, Vladimir Lenin Abascal, con su centralismo democrático.

Juan Espadas no cree en eso de que nadie es imprescindible, él sí lo es, lo necesitan, cómo estará el patio en el PSOE para que necesiten a este hombre, no lo van a colocar también en el Senado como a Susana, aunque todo es posible. No tiene imagen como para hacerse tertuliano mediático como la señora Díaz. Claro que lo necesitan, en privado. Hay una artillería por ahí, del PSOE, que al menos nos trata como a adultos, se está quejando abiertamente, que lo necesita para cantarle las cuarenta. Además, si Espadas no sigue trabajando en el partido, ¿dónde va a trabajar, si le pasa como a Susana que siempre han estado en la foto del partido?

Me acuerdo de las secuencias de dos películas. Una es de los Monty Python, Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores, en la que dos sujetos están peleando a espadazo limpio y uno le corta al otro un brazo, después el otro, luego una pierna y a continuación la otra. Entonces le dice: “Estáis vencido”. Y el desmembrado contesta: “Peores heridas he recibido yo, ahora pasaré a la ofensiva”. Pues eso les ha ocurrido a los que en esta ocasión les ha tocado no ya perder sino sucumbir. La otra es una maravillosa escena de la película Espartaco, de Stanley Kubrick, cuando el senador Graco, al que acompaña su protegido César, sale del Senado y se dirige pomposamente a un vendedor de aves vivas para decirle: “Dame una para ofrecérsela a los dioses”. Cuando la compra y van ya los dos solos, Cesar le dice: “No sabía que creías en los dioses”. “En privado no, como tú, pero en público debo creer en todos”, responde Graco. Pues eso pasa ahora, que en público oímos una cosa y sin embargo la procesión va por dentro y los trapos sucios se lavan en casa, si bien ya verán cómo al final nos enteramos de casi todo.

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