- Una imagen de archivo de un espectáculo de Israel Galván en la Bienal de Flamenco. / EFE
Los lectores de El Correo saben bien que empecé a decir hace veinte años que la Bienal de Flamenco se estaba muriendo. Ahí están las hemerotecas. También que el actual alcalde de Sevilla, Antonio Muñoz, había fichado a Chema Blanco para que le diera la puntilla, porque en el Ayuntamiento de Sevilla llevan dos décadas sin saber qué hacer con la cita jonda. Celebro que estos días me estén dando la razón incluso desde otros periódicos de la ciudad. El candidato a la alcaldía de Sevilla, José Luis Sanz (PP), al que nunca he visto en el flamenco, también se ha subido al carro de las críticas al festival. A buenas horas, mangas verdes.
Me acusaban de que quería cargarme la Bienal, por mis críticas, y me declararon oficialmente enemigo de ella. No estoy en nada que se haga en Sevilla con el flamenco, seguramente como castigo. Aquí, el que se mueve no sale en la foto. “No te gusta ningún director”, me dijo un día un alcalde de Sevilla, de cuyo nombre mejor no acordarnos. Sí, me gustaba José Luis Ortiz Nuevo, su creador, el único que sabía, que amaba de verdad el flamenco, y que creaba. Desde que se fue, la Bienal no levanta cabeza. Al Ayuntamiento le viene grande el festival y no saben qué hacer con él. No me extrañaría que lo privatizaran o que se lo dieran a la Junta o al Ministerio de Cultura. Que se lo quisieran quitar de encima, vaya, después del desastre de la última edición.
¿Qué va a hacer Antonio Muñoz? Echar a Chema Blanco y nombrar a una feminijonda, a ver si evita la crisis. Hace tres días me dijeron un nombre y quiero pensar que era de guasa, o un globo sonda, porque sería otro nuevo error. Tranquilos, que no es Manuel Lombo. Ni María del Monte. Antonio Muñoz lo tiene complicado, pero puede coger el toro por los cuernos y dejarse asesorar. Ser humilde y reunirse con quienes aman de verdad el flamenco en Sevilla. Si hay que refundar el festival, que lo haga. Tiene más de cuarenta años de historia y necesita como mínimo una revisión porque Sevilla ha cambiado, y el flamenco también. Que no nos vea a los críticos con la Bienal como enemigos de Sevilla.
Tendría que haber cesado al actual director cuando nada más llegar arremetió vilmente contra la crítica sevillana, señalando a profesionales con nombres y apellidos. Y ahora, ¿qué? No estábamos equivocados cuando dijimos que su nombramiento era un gran error porque venía de cargarse el festival de la ciudad francesa de Nimes, como único currículo. Ahí lo tienen. También se ha cargado la Bienal, que si estaba moribunda, ahora está muerta. A ver, señor Muñoz, si es capaz de arreglar el desastre. Sea valiente.