Entre Monteseirín y Martínez Aguayo

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01 ene 2023 / 04:00 h - Actualizado: 01 ene 2023 / 04:00 h.
"Alfredo Sánchez Monteseirín","Carmen Martínez Aguayo"
  • Entre Monteseirín y Martínez Aguayo

Fue Largo Caballero, tan denostado por la derecha y que sufrió los campos de concentración nazis, quien en la Segunda República dijo aquello de que “hay que invertir en las escuelas y en las cárceles”, porque de las primeras venimos y en las segundas, no se sabe si acabaremos.

Así pues, permítanme que acabe cerrando el año, con aquellos a los que habíamos olvidado bajo las barbas ínclitas de Griñán. Y aprovechar para evocar la dignidad –ese valor tan decadente-, que Carmen Martínez Aguayo ha demostrado, al ser la primera ex Consejera de la Junta, que sin agotar el plazo legal ni esperar gracia alguna de Pedro Sánchez, ha ingresado por voluntad propia en la Cárcel de Mujeres de Alcalá de Guadaíra. Ahora se explica por qué Juan Espadas prohibió que ninguno de sus Diputados firmara a favor del indulto, que para eso queda el “renovado” Tribunal Constitucional. Junqueras sí, los andaluces no...

Suelo escribirme con un chico, -aún no ha cumplido los dieciocho años-, recluido en un Centro de menores gaditano, que me habla de cucarachas gigantes con bigotes o arañas como las de “national geographic” y a pesar de ello “me mantengo firme, aunque cuando cierran la puerta de hierro se encoge el pecho y aparece todo lo que llevo dentro”.

Martínez Aguayo fue la más leal a Griñán. Se autoinculpó para exonerarlo en vano. Con otros, como Francisco Vallejo, -despojado de todo-, solía coincidir en la puerta de un colegio infantil de rizos y bocadillos (en esa escuela se dice “sandwich”) desparramados en mochilas de series de dibujos animados.

Y es probable que, a la misma hora, Zoido o Javier Arenas se persignaran en la Misa del Gallo, junto a los jueces Calle, Berdugo, o Lamela. Total, tanta farándula para que un malagueño perpetúe sus posaderas en San Telmo...

Repugna el orgasmo colectivo con este espectáculo público de la masa enardecida, y singularizada en oportunistas, arrastrados, sanguijuelas o grandísimos hijos de puta, estirando el dolor de familias y dando la manita a sus hijos. (¿verdad Sr. Vicepresidente del Congreso?). Otras, se dedican entre estiramientos (hace falta más látigo), a preparar denuncias falsas.

Brilla el sol que cubre la salina y otros ricitos solo se debaten entre Cristiano Ronaldo o Messi, aun por decidir. Será por esa luz, que es claridad, por la que quiero quedarme en el último día del año, con los actos ordinarios, que son heroicos, como el de Aguayo. Supongo que el oportuno cáncer de Griñán, le habrá impedido acompañarla antes de que los cerrojos chirríen en la que fuera prisión de la Pantoja.

Y termino con un paseo por esa Sevilla, que sigue refulgiendo entre los arándanos y la naranja amarga de las mermeladas de sus monjas. Y contando las cuentas del rosario, no hay revista que no la dibuje en el horizonte como destino singular del nardo del árabe andalú. Algo impensable sin el que fuera su alcalde, Sánchez-Monteseirín. Dicen que, en estos días, ha salvado con éxito una grave dolencia. Sin lugar a dudas, a Alfredo creo que la historia tributará el reconocimiento de quien fue capaz de creer en que solo se avanza cuando se mira lejos. Confío en que no llegue tarde.

Entre linimentos, prohibiciones, jueces y traiciones, importan los que te quedan, que esos sí que son tus hermanos. Aun hoy Papa Noel visita las soledades con “Almudena” o el último sello del Partido Comunista.

Pero a punto las campanadas, apuro el brindis por los que aun resisten con dignidad la injusticia, en forma de Sentencias o críticas injustas, de las que alguna mía a Alfredo, fue inmerecida.

Así que mis mejores deseos para Aguayo y Monteseirín. Fuerza y honor.