Viéndolas venir

Epifanía: dejadlos a solas con los Reyes

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Álvaro Romero @aromerobernal1
04 ene 2023 / 07:33 h - Actualizado: 04 ene 2023 / 07:35 h.
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  • Cabalgata de los reyes Magos en Sevilla. / El Correo
    Cabalgata de los reyes Magos en Sevilla. / El Correo

Si algo quieren los niños, aunque no lo digan, es seguir siendo niños. También los padres soñamos con que nunca dejen de sorprendernos con su candor, con esa sabiduría telúrica que solo la edad hace que vayan perdiendo. O la sociedad, que dijo Rousseau. Esta última sociedad en que nos ha tocado vivir, empeñada en que a los niños no les falta de nada, se está cargando la infancia a pasos agigantados porque ha decidido por su cuenta que no puede ser cierto eso de que los chiquillos disfruten más con la caja del envoltorio que con el regalo. La sociedad no se lo cree, por mucho que triunfara aquel anuncio del palo, ¿se acuerdan? ¡Tengo un palo! A los niños de hoy los estamos saturando con tanto merengue infantil, que cualquiera de ellos, en su fuero interno, está deseando que lo dejemos en paz, pero la mayoría de ellos tiene miedo a decírnoslo para no defraudarnos. Debe de ser duro decirles a unos padres que ya está bien, que lo único que piden es que los dejen a solas con los Reyes. Muchos de ellos sueñan simplemente con contemplar cómo beben los camellos el agua que les han preparado en el balcón. Otros querrían conversar con Melchor con la serenidad que jamás encuentran para hacerlo con sus padres, que no tienen tiempo. Algunos preferirían que Gaspar les contara un chiste. O que Baltasar pasara la tarde con ellos, haciendo los gansos por el parque.

Ya sabemos que los padres son los mejores Reyes, porque nadie como ellos desean la mejor magia para sus hijos, pero mientras nuestros hijos son niños -ese territorio irrecuperable de la vida- debemos cuidar de la magia, a pesar de tantos enemigos, a saber: el consumismo feroz que bombardea a los más pequeños en todos los formatos, desde que se levantan hasta que se acuestan, con precio incluido; el noticiario que tan inoportunamente informa a las tres de la tarde del dinero medio invertido por cada familia; la saturación de monarcas de cartón piedra en cada esquina; la falta de conciencia en tantos adultos de que lo importante en los tiempos que corren, en los que a casi todos los niños les sobran juguetes y caramelos, es solamente la magia de que sí, de que existen, de que vienen expresamente a anunciarles que es cierta la epifanía, o sea, la revelación de que la infancia va a ser siempre la verdadera patria. Amén.