Epígono del regionalismo

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10 abr 2018 / 18:34 h - Actualizado: 10 abr 2018 / 17:42 h.
"Fin de pista"

Ángel Peralta ya pertenece a la mejor historia. Pero también es leyenda. Su estela nos lleva de la mano a una Sevilla –y su campo– que posiblemente ya no existen. El Centauro de las Marismas, en realidad, no dejaba de ser un hijo más de aquella hermosa y floreciente explosión regionalista que reinterpretó la ciudad bebiendo de sus propios moldes. Aquel movimiento irrepetible creó un universo artístico y sensorial al que no fueron ajenos la arquitectura, el mundo de la escena, la música o la pintura... pero tampoco la Semana Santa o la Tauromaquia, que se reinventan a la vez que las torres de la demorada exposición iberoamericana apuntaban a la mitificada fecha de 1929. Don Ángel Peralta Pineda nació, precisamente, tres años antes del estreno de aquella muestra que cambió la piel de la urbe. Y sus claves estética, campera, taurina y literaria, de alguna manera, beben de aquella fiebre creativa y sensorial que encontró en la cultura popular sus mejores moldes. El aura del jinete cigarrero pertenece a la memoria sentimental de muchas generaciones de españoles que se enamoraron de Juan Lucero o cabalgaron a los lomos de Cabriola en aquel país que estrenaba colorines prendándose de Marisol. Don Ángel sobrevivió a todo ello y navegó por distintas épocas sin dejar ser tan clásico como moderno. El rejoneo contemporáneo, finalmente, no deja de ser otro brote más de aquella cultura taurina que no podríamos estudiar obviando a Turina, los Quintero, Juan Manuel Rodríguez Ojeda o Aníbal González.